Los seres humanos somos seres de costumbres. Lo inestable nos asusta, lo imprevisto nos inquieta.
Los seres humanos somos seres de costumbres. Lo inestable nos asusta, lo imprevisto nos inquieta. Apostar por un valor seguro no tiene ningún mérito porque dejas por el camino el verdadero sentido de la vida: arriesgar y emprender.
Tras las elecciones del pasado 26 de junio, afinidades ideológicas aparte, los españoles han elegido continuismo. Una apuesta por lo previsible, por lo que se conoce, tirando por el retrete la posibilidad de cambio.
De todo ello se pueden extraer múltiples conclusiones y a buen seguro todas dispares, estridentes y esperpénticas en otros casos. Lo cierto es que en un mundo revuelto como éste y con cada vez mayores cotas de desigualdad e injusticia sociales, ni los flancos de la corrupción o la progresiva destrucción de los pilares del Estado del Bienestar se han visto reflejados en el sentir del voto mayoritario.
Una situación que abre sin duda un nuevo escenario político, económico y social para una España que requiere de medidas urgentes para salir del agujero y que con toda seguridad, lo que menos necesita son nuevas sangrías de recortes y de austericidios estériles. Más que incertidumbres se generan nuevas certezas de que poco o nada va a cambiar, aunque muchos nos resistamos a creerlo. Pero en España todo es posible. Lo imposible también. Cambiarlo todo para que nada cambie. Bienvenidos al mundo real.
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