La tardopandemia
La tardopandemia MANU GARCÍA

A medida que avanzaba la vacunación aumentaba el ardor informativo en favor de un supuesto regreso a la normalidad apadrinado por no pocos gobernantes y otros políticos, no todos, e iba desapareciendo la información sobre la pandemia, el comportamiento del virus, sus mutaciones y variantes, y sobre cómo la vacuna iba cediendo en su protección a medida que pasaban las semanas y los meses.

Así, muchos empezaban a vivir encandilados por el espejismo de la normalidad mientras los números, escritos con tinta negra, cada vez eran más números y más negros. La primera explosión fue en Reino Unido hace unos meses, pero la actualidad en las primeras páginas duró poco; el gobierno británico aceleró la tercera dosis de la vacuna. Sin embargo, la incidencia por 100 mil habitantes de Reino Unido es de 381,8 y solo ayer tuvieron 36.128 nuevos casos, según informa la mejor información sobre la pandemia que yo conozco: la de Die Zeit. Los números, escondidos en los pliegues de los periódicos, radios y televisiones, a favor de la supuesta normalidad, de pronto tienen que recuperar su lugar en las primeras páginas. En Austria, desde esta media noche, los no-vacunados a partir de 12 años de edad tienen prohibido salir de sus casas excepto por una causa justificada. Austria ha alcanzado ya una situación extrema, y no desconocida durante la pandemia: 841,2 casos / 100 mil habitantes. Suiza alcanza ya 249,5.

Portugal empieza a preocupar, y con razón, con sus 97,4, como España con sus 46,0, porque los dos países superan un crecimiento porcentual superior al 40% y subiendo. Alemania empezó así, con cifras de infecciones que preocupaban menos que el furor por la supuesta normalidad. El 21 de octubre empecé un hilo en twitter sobre el avance de la pandemia en Alemania, preocupado porque el crecimiento que ya entonces se observaba era notable, la información seguía muy escondida y las autoridades, algunas, hablaban de seguir levantando restricciones. Ayer el dato para Alemania era 310,7.

Primero se quiso hacer responsable del rebrote de la pandemia a los no-vacunados, a los que sin embargo no se les obliga a vacunarse, con lo que no parece muy normal hacerlos responsables de muchas cosas. Salió entonces el Prof. Drosten, director del Instituto de Virología de la Charité de Berlín, a decir que esta no es la pandemia de los no-vacunados. Pocos días después, un titular afirmaba que ‘esta no es la pandemia de los vacunados’. Ahora mismo, las autoridades alemanas discuten la imposición de la llamada regla 2G+. Lo explico. Vacunado y sanado son dos participios que en español terminan en –ado, y esos participios en alemán empiezan por ge-: Ge-impfte, Ge-nesene. La regla de 2G+ significa que en los lugares donde se exija habrá que presentar el pasaporte Covid-19 más un text de no estar infectado, a pesar de estar vacunado o sanado. ¿Por qué? Porque vacunados o sanados transmitimos también la enfermedad y el efecto protector de la vacuna va cediendo con el paso de las semanas y los meses. También en lugares solo para vacunados y sanados hay nuevas infecciones y casos de enfermedad.

Sigue mereciendo la pena, en opinión de muchísimos especialistas, vacunarse para aminorar los graves efectos de la enfermedad en caso de contraerla. Pero, como se ve, hay muchas cosas desconocidas aún o no totalmente conocidas, y no tenemos una vacuna todo lo eficaz que necesitáramos. Sin embargo, la actual vacuna sí sirve.

El espejismo de normalidad se ha dado de bruces contra el suelo y cuanto antes lo aceptemos antes pararemos esta tardopandemia, dado que la pandemia la quisieron dar por vencida. A  Alemania vuelve el teletrabajo, o eso parece, y por fin se discute seriamente sobre la necesidad de control en los transportes públicos, especialmente en los ferrocarriles. Muchas ciudades y pueblos han prohibido ya los mercados de Navidad, que empezarán en dos semanas, o van a tratar de organizarlos con vallas y laberintos que dificulten el contacto entre personas, además de exigir la regla de 2G+. El presidente del Robert Koch-Institut, Prof. Wieler, dijo hace varios días que él no irá a ningún cotillón de Nochevieja.

El problema del espejismo del supuesto regreso a la normalidad tiene una doble dimensión. En primer lugar, el virus sigue ahí afuera, mutando y extendiéndose, infectando, enfermando y matando. En segundo lugar, la pobreza que la pandemia ha instalado en nuestra sociedad también enferma y mata a las personas.

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído