Lo ocurrido en estas Olimpiadas 2020 en Tokio con nuestro país, da para un análisis que trascienda de lo puramente deportivo.
Llegábamos allí con una euforia desmedida y las previsiones ya hablaban de batir el record de medallas de Barcelona 92, que recordemos fue 22 de ellas 12 de oro.
En la anterior de Río nos quedamos cerca, llegando a 17 con 7 oros.
No parecía difícil poder lograrlo, incluso desde los oráculos del poder se apuntaba a nada menos que 27 o 28.
En lo más alto de la “torre de marfil” de la Moncloa diseñaban ya una campaña de publicidad, que además de levantar la moral de la población machacada por la pandemia, pudiera reportar un plus electoral en un momento de vacas flacas según las últimas encuestas.
La realidad nos ha situado de nuevo con los pies en la tierra y parece que esas previsiones quedarán lejos de Barcelona y cerca a la baja de Río. Se calcula que estaremos en 14 o 15.
¿Qué ha ocurrido?
Que nuestro nivel deportivo está lejos de las primeras potencias, incluso de países como Alemania, Francia o Italia. Quizás, porque como se quejan desde los propios atletas, el deporte se ha acabado convirtiendo en el patito feo, a excepción del todopoderoso fútbol.
Además de alguna decisión injusta como en boxeo, pero especialmente por una dosis excesiva de desgracias, bien en forma de lesiones de última hora como Orlando Ortega y Jon Rahm, o la mala suerte pura y dura.
Hasta ahora parecía que la buena estrella que iluminaba desde las primarias del PSOE a Pedro Sánchez, acompañaba de alguna manera a nuestro país.
¿Será este nuevo varapalo deportivo indicativo de que esa buena suerte le está abandonando?
Es probable, porque suele ocurrir que para que se mantenga hay que trabajársela y probablemente él no lo haya hecho al acomodarse a una situación que consideraba eterna.
También la limpia realizada en su gabinete, precisamente de las gentes más leales, que más le ayudaron a llegar donde está ahora, se esté ya volviendo en su contra.
Existe lo que se denomina “maldición de la gitana” que le pudieran haber echado alguno de los defenestrados, o que esa suerte necesita para alimentarse de un comportamiento ejemplar en lo referente a estos temas.
Lo que parece evidente es que a quienes tienen un fino olfato político, les está llegando la sensación de que se está produciendo un cambio de ciclo.
No es que la derecha lo esté haciendo especialmente bien, tampoco que sus líderes sean unos cracs, que no lo son, simplemente que los errores de un engreído Presidente del Gobierno les está dando un oxígeno que no tenían.
En sus análisis, ahora realizados en soledad al haberse desprendido de su gurú de cabecera, asegura que en los próximos meses recuperará el apoyo popular, a través del final de la pandemia y la inyección de miles de millones de euros de los fondos europeos, que traerán la recuperación económica.
¿Será suficiente?
Lo será si lo ocurrido durante la Olimpiada no tiene que ver con que la suerte le esté abandonando, pero no, si efectivamente es un indicador de que su etapa ha finalizado.
Tampoco si persevera en el error de análisis de que el PP no puede gobernar este país, porque una vez desaparecido Cs sólo puede apoyarse en VOX y no sería suficiente.
Que tenga cuidado, porque si los números les dan a ambos con PNV, y Junts per Cat, la situación podría dar un giro radical. No sería la primera vez, ni será la última.
El primer indicador de que esto pudiera ocurrir no vendrá de las encuestas, sino de observar que las ratas comienzan a abandonar el barco.
Si por su mala cabeza la izquierda pierde España, perderá Aragón, Navarra, Asturias, Valencia, o Baleares, a las que deberá añadir las ya perdidas Andalucía, Madrid, Galicia, Murcia y Castilla-León. Sólo Extremadura y Castilla la Mancha, podrían con muchas dudas salvarse de la quema.
Pero lo más duro de esta situación es que sus errores los acabaremos pagando los electores de la izquierda, los sectores más desfavorecidos de la sociedad, que vamos a vernos condenados a sufrir que una derecha que parecía derrotada, vuelva de nuevo con armas y bagajes para una larga temporada.
Si la suerte abandona a Pedro Sánchez, si sus errores y prepotencias nos llevan al desastre, creo que muchos acabarán maldiciendo su existencia.
Veremos…
P.D. Como guinda del pastel llega un último síntoma más; Messi, el mejor jugador de la historia, abandona el Barcelona y el fútbol español. Si fuera tú Pedro Sánchez me lo haría mirar, antes de que sea demasiado tarde.
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