Quizá en México o Colombia, desde El Chapo a la proliferación de cárteles pasando por el malogrado Pablo Escobar, el problema sea el narcotráfico. Que se lo pregunten a la serie Narcos y su exitosa canción de cabecera Soy el fuego que arde, parodiada hasta la extenuación (ahí está José Campoy). Pero aquí las llamas que calcinan son las de verdad, no las metafóricas. Durante el periodo estival, de hecho, parecen haber sustituido al paro y a la corrupción como grandes preocupaciones de los españoles.
Ahí están el incendio de Doñana, que hace una semana quemó 8.486 hectáreas, el mayor de todos; el de Sierra Calderona (Castellón), con unas 1.300;o el de Atlanterra; aunque ninguno de ellos como la tragedia de Portugal en junio, que además de causar 64 muertos y 204 heridos, afectó a casi 50.000 hectáreas. Mientras noticias de este tipo copan las portadas de los informativos y programas de reportajes, todo el mundo se pregunta cómo acabar con esta lacra que tantos quebraderos de cabeza está dando. Muchos hasta ven la mano intencionada del hombre codicioso y corrupto a causa de la Ley de Montes.
Esperemos que se controlen los focos existentes y se frene la multiplicación de los mismos, porque si no vamos a tener que producir nuestra propia serie nacional, algo así como Llamaradas o El coloso en llamas en versión forestal, para las cuales podríamos pedir prestada la sintonía de cabecera del citado serial norteamericano Narcos. Aquí el malvado, sin embargo, podría ser más difícil de combatir que el ex archienemigo de la DEA Pablo Escobar, por mucho más abstracto e incluso devastador, ya que entiende aún menos de culpables e inocentes. Que le pregunten a nuestros vecinos portugueses.
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