Sobre la literatura (II)

Foto Francisco Romero copia

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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Tal vez el futuro de las letras sí sea brillante, porque, como dice mi amiga, la sabia, al final la morralla se pierde y lo bueno es lo que permanece.

Hace poco leí una de las novedades literarias nacionales más esperadas de la temporada —al menos, en un entorno gafapasta, hipster, cultureta; como lo quieran llamar—: hablo de Starman, de la jovencísima María Pérez Heredia. Me gustó bastante, una buena historia repleta de guiños a la cultura pop y de relato negro en ciertos momentos, de muy buena calidad literaria, y más para alguien de 22 años.

A lo que iba: el libro me hizo reflexionar sobre la nueva generación de escritores, los que ahora tienen más o menos mi edad. Como lectora empedernida, periodista e interesada en el mundo editorial, me gusta ver qué me traerán las próximas olas de narradores. Y me pareció ver dos corrientes bastante diferenciadas. Por un lado, un tipo de literatura nacida al abrigo de las redes sociales y de las jam sessions, algo que me parece maravilloso, pero que tiene un gran peligro: el del todo vale. Y sí, todo vale, pero hay demasiados libros publicados injustamente bajo ese “todo vale”. Como dice una gran amiga y compañera de armas, “para escribir, primero hay que leer”. Dice Elvira Lindo que todo lector es un escritor en potencia; eso es lo que diferencia a los buenos escritores del resto. Por otro, encuentro, en unos géneros o en otros, grandes historias bien hechas, buenos personajes, mucha cultura

Me explico con una analogía. Tal como decía en su día en otra columna, no puedes pretender hacer pop indie sin haber escuchado a los Smiths, por ejemplo, no puedes pretender escribir relato sin haber leído a Raymond Carver, o crear una historia de realismo sucio si crees que el único ejemplo a seguir es Bukowski y no sabes quién es John Fante. Podría seguir así durante párrafos y párrafos. Y es que creo que de lo que adolece el panorama literario nacional es, paradójicamente, de cultura literaria. Echémonos las manos a la cabeza, porque la mayoría de nuestros escritores jóvenes —con excepciones, por supuesto— no han leído lo suficiente, o no han leído a suficientes clásicos.

Y me digo a mí misma: no seas tan pesimista. Y me pongo a rebuscar. Y encuentro a Pérez Heredia, que ha hecho un trabajo de documentación enorme para escribir su Starman y ha construido unos personajes muy creíbles; a Ben Brooks, otro fenómeno literario de los últimos años; a Sara Mesa; a Emma Cline, con su debut Las chicas, o a Stéphanie Danler... Otro largo etcétera. Tal vez, me digo, el futuro de las letras sí sea brillante, porque, como dice mi amiga, la sabia, al final la morralla se pierde y lo bueno es lo que permanece.

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