El mundo rural es una simbiosis clara entre el ser humano y el entorno que lo rodea, en el que y del que vive. Nunca olvidemos que el ser humano necesita del entorno, y este al ser humano; aunque en ocasiones esta relación no hay sido bien entendido, por algunas personas. Permítanme que, aprovechando el título de la sección y de este escrito, haga referencia a la definición que podemos encontrar para la palabra savia en la RAE: Del port. seiva, este del fr. sève, y este del lat. sapa 'vino cocido', 'arrope'. 1. f. Bot. Líquido que circula por los vasos de las plantas pteridofitas y fanerógamas y del cual toman las células las sustancias que necesitan para su nutrición. 2. f. Energía, elemento vivificador.
Parte de la savia rural, de esa energía del medio rural son las personas que en el habitan o han habitado, y lo han vivido en primera persona, que han sabido transmitir un amor y un respeto por un ente “intangencial” que los complementaba en su ser.
Las personas que viven, que habitan el medio rural cuentan con positividad y alegría, que, a pesar de la exigencia de esa vida, no la cambiarían, transmiten como les gusta, y que lo disfrutan con plenitud, con independencia de la dureza, que lo que les aporta les supone más que lo que les pudiera restar, si les restara.
Permítanme recordar, a tres savias, tan importantes y necesarias como todas las demás que se encuentran en nuestro medio rural. Nuestra primera savia, ya no está con nosotros; y de todos es conocido que la energía no se crea ni se destruye sino se transforma, por lo que su recuerdo y su energía sigue en el medio rural en el que vivió al igual que muchas otras savias.
Ella era de Huelva, serrana, una mujer fantástica; ella era la encargada de despertar y levantar al sol, y muchas veces lo mandaba a dormir, despertaba la luna y ella seguía haciendo faenas. Faenas nunca faltaba, entre su cachito de dehesa, su huerta y su castañar se movía si pausa.
Alimentar a los animales, sembrar forrajes, recoger los huevos, hacer charcas para los cerdos, sembrar la huerta, preparar semilleros, escardar, recoger las castañas en su época, secarlas, venderlas, y no se quedó ahí, estaba convencida que era ella la que debía intentar comercializar el máximo de sus propios productos, así qué comercializaba de manera directa sus verduras y hortalizas, sus castañas, y todo aquello que pudiera y se produjera en sus fincas ecológicas.
Además, era reclamada como conocedora de una “profesión” que se ha ido perdiendo ya, la de “aliñadora” (persona que en las matanzas tradicionales era la encargada de aliñar con los distintos condimentos los embutidos que se iban a preparar)
Todo está sabiduría, experiencia y valor del esfuerzo lo aprendió de las personas que la precedieron. Actualmente, su familia sigue con la explotación familiar.
Nuestra segunda savia es una persona trabajadora de una oficina comarcal agraria, conocedora por experiencia o por convencimiento del extensionalismo agrario; que sabe que su trabajo va mucho más allá de las posibles gestiones burocráticas del día a día. Que organiza, participa y/o imparte actividades de cualquier índole, bien reuniones informativas o actividades de divulgación por las tardes, para que los productores de su zona conozcan posibles mejoras técnicas y económicas para sus explotaciones. Que sabe que su horario de trabajo es el mismo horario que el de los productores de su zona, y de la importancia de dejar realizado un trámite o gestión independientemente del horario oficial de atención al público.
Nuestra tercera savia es una persona docente en cualquiera de las instituciones educativas formales. Personas que ayudan y forman a los profesionales que han decidido apostar por el medio rural. Esa persona que no sólo imparte una clase, de manera sistemática e impersonal, sino que transmite la necesidad de aunar los conocimientos teóricos con los prácticos, que intentar mejorar día a día las materias que imparte para poder formar cada día a profesionales mejor formados y más actualizados, que puedan dar respuesta a las demandas de un medio rural ansioso de seguir viviendo en plena simbiosis con las personas.
Aunque para estas savias en mi mente había personas concretas, si bien no las haya nombrado, seguro que usted, en su memoria, ha podido reconocer a personas que conoce o ha conocido el reflejo de estas savias. Disculpen mi atrevimiento, y sin querer ofender a nadie ni que se sientan excluidos ya que he tenido grandes formadores, y espero seguir teniéndolos, voy a personalizar una savia muy especial que, aunque no he tenido la oportunidad de tener a dicha persona como docente, es de recibo reconocerla.
D. Clemente Mata Moreno, catedrático de Producción Animal de la Universidad de Córdoba, investigador y profesor. Artífice del primer reglamento especifico de la ganadería ecológica a nivel de la UE. Usted, Clemente, ha inculcado a muchas promociones de la Facultad de Veterinaria un respecto y una honradez en el trabajo hacia el medio rural en el ejercicio de la profesión veterinaria que toda aquella persona que ha pasado por sus clases, lo asevera de manera inequívoca.
Y ahora que nadie nos oye, estimado Clemente, le digo que, si usted volviera a dar clase, tenga por seguro que este que escribe se matricularía en el grado de veterinaria para poder captar parte de la experiencia que atesora.
Por favor, siéntanse libres de considerarse reflejadas, o no, aquí todas aquellas personas actuales o pasadas que viven en nuestro medio rural.
Y si en algún momento se han sentido ofendidos por algunas de mis palabras, ruego disculpen tal circunstancia pues no ha sido para nada mi intención, que no ha sido otra que la de dar público reconocimiento a nuestro medio rural y a todas aquellas personas que desean vivir siendo parte de el mismo.
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