Reflexiones sobre la alimentación animal en la actualidad

Se podría incentivar con una mayor dotación de ayudas a explotaciones ganaderas que basan la alimentación de sus animales en el aprovechamiento de subproductos agroalimentarios

Isabel Muñoz Cobos

Veterinaria y agente de igualdad de género

Artículo sobre alimentación animal.
Artículo sobre alimentación animal.

El pasado 28 de mayo, en Zamoranos, se dio lugar una asamblea de la Fundación Savia. Este año he tenido la suerte de poder asistir y escuchar a las personas que intervinieron y nos ilustraron con su saber, todas las intervenciones fueron excelentes, pero tengo que reconocer que la que más me impactó fue la de uno de mis profesores de veterinaria, D. Clemente Mata. En su intervención, toda ella excepcional, terminó con una frase que me ha hecho reflexionar mucho: "No podemos seguir basando la alimentación animal en materias primas que rivalizan con la alimentación humana”. No era la primera vez que se lo escuchaba decir, hace poco tiempo hablé con él para preguntarle sobre posibles usos del ramón de olivo en alimentación de rumiantes, y ya utilizó el mismo discurso, pero creo que esta vez, en Zamoranos, el eco de sus palabras resonó más fuerte en mi mente.

Por qué Clemente hace tanto hincapié en que se tenga presente que la alimentación de los animales no puede competir con la alimentación, por las mismas materias primas. En este artículo se intenta exponer algunos de los motivos sobre los que reflexionar y considerar si realmente el sistema de alimentación animal actual está en la misma línea de las indicaciones que nos ofrecen las personas expertas, para paliar el cambio climático y llegar a un crecimiento sostenible.

Competencia

Qué estamos haciendo con la producción de cereales, según una tabla de estimación de la campaña 2018/19 realizada por la Subdirección General de cultivos herbáceos e industriales y aceite de oliva de España, del total de los cereales producidos en España durante la citada campaña, 27.000.000 de toneladas de cereales se destinaron para consumo animal y 5.000.000 toneladas para consumo humano. Los cereales producidos fueron: trigo blando y trigo duro, cebada, maíz, centeno, avena, sorgo y triticale. Se han producido 5 veces más cereales para alimentar animales (muchos de ellos que posteriormente serán alimento humano) que para alimentar personas. Se está dando una ruta “productiva” para obtener alimentos que implica un incremento del gasto de energías no renovables y sobre la que se debería de reflexionar.

Otra materia prima imprescindible en la formulación de la mayoría de los piensos de alimentación animal es la soja. Esta leguminosa es una de las mayores fuentes de proteína para alimentar a la mayoría de la cabaña ganadera española. Este cultivo, que ha duplicado su producción en las dos últimas décadas en América del Sur, supuso en 2017 para Brasil y Argentina el 27% de la producción mundial, detrás de China y Estados Unidos, según la Bolsa de Comercio de Rosario. Dónde se debe de poner el foco sobre las repercusiones que tiene el exacerbado incremento de cultivos de soja, según Global Land and Discovery (GLAD) Laboratorio de la Universidad de Maryland, el área de cultivada de soja en América del Sur se ha duplicado en las dos últimas décadas, arrancando terrenos donde se ubicaba la sabana, el bosque seco y selvas tropicales, estamos deforestando para producir soja.

Bueno, pues empiezan a aparecer efectos colaterales del uso de determinadas materias primas para alimentación animal, además de la mera competencia que se ejerce entre ganado de abasto y personas. Las consecuencias directas de este cambio del uso del suelo en América del Sur implican una disminución de la biodiversidad de este territorio, monocultivos y una deforestación agresiva. El efecto del cambio de uso de suelo supone una gran perdida de sumideros de carbono, como son los bosques y selvas sudamericanas. También se debe de tener en cuenta que esta materia prima se produce a miles de kilómetros de España, por lo tanto, hay que hacer uso de energías fósiles para traerla a nuestros puertos y seguir utilizando estos combustibles para distribuirla por toda la piel de toro.

El sector primario está en el punto de mira como uno de los grandes emisores de gases de efecto invernadero (englobando injustamente todo tipo de producciones, intensivas, extensivas, ecológicas, etc.) derivadas del uso de combustibles, del uso de fertilizantes, de la quema de residuos agrícolas, así como los efectos de la ganadería intensiva. El contrapunto de los efectos climáticos ocasionados por TODO el sector primario es su importancia para el abastecimiento de alimento y su capacidad de actuar como sumidero de CO2 gracias a que puede fijar carbono, especialmente en los cultivos leñosos, así como los beneficios ecosistémicos que parte del sector ofrecen. Si para poder responder a la alta demanda de proteína animal de los países “desarrollados” implica que se deben de arrancar miles de hectáreas de árboles en América del Sur, no estamos consiguiendo avanzar hacía el horizonte 2030, tan renombrado en todos los tratados e informes vinculados con el sector primario, estamos actuando bajo los dictámenes de interés económicos basados en un crecimiento económico de espaldas a sus repercusiones medioambientales.

Y por último, una reflexión sobre las consecuencias de la quema de residuos agrícolas, así como la no utilización de subproductos de la industria agroalimentaria. Este punto es otro ingrediente interesante a tener en cuenta que daría para muchas reflexiones:

- La liberación de gases de efecto invernadero producidos durante la quema de restos de podas y otros residuos agrícolas.
- El no aprovechamiento de subproductos agroalimentarios
- El no aprovechamiento de la capacidad de los rumiantes para desbrozar montes y actuar como “bomberos naturales” y transformar la vegetación en proteína animal.

En Andalucía hay más de 1.600.000 hectáreas destinadas al olivar, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de 2019. Este cultivo produce una tonelada, de media, de ramón de olivar por hectárea. Este subproducto ofrece aportes nutricionales para rumiantes similares a un heno de media calidad, que podrían ser utilizadas como alimentación animal, en vez de ser quemadas y de incrementar el efecto invernadero. Al igual que sucede con las hojas de olivo, muchas de las industrias agroalimentarias andaluzas tienen graves problemas a la hora de deshacerse de sus residuos. Estos residuos, que, si se hablara desde una perspectiva de economía circular, serían subproductos, y podrían ser utilizados como parte de la alimentación animal. De igual forma, gran parte de los terrenos no cultivados, en Andalucía, están infrautilizados, desde el punto de vista de aprovechamiento para alimentación animal, ya que podría suponer un aporte nutricional para la dieta de rumiantes, además de que el consumo de esta vegetación prevendría los incendios estivales y ralentizar la rápida expansión de los mismos.

Consecuencias

Una vez expuesto el punto de partida, una producción nacional de cereales mayoritariamente para alimentación animal, una alta dependencia de la soja como base proteínica de las formulaciones de piensos, la tremenda repercusión del incremento de su producción en Latinoamérica y el no aprovechamiento de subproductos o pastos por rumiantes, serviría para hablar de sus consecuencias y de la necesidad de pensar en alternativas más respetuosas con el medioambiente.

Propuesta

Si realmente la PAC está dando un giro hacía la preservación medioambiental, sería interesante incluir dentro de los ecoesquemas o de las medidas agroambientales, un epígrafe que premie a las explotaciones ganaderas que tengan un bajo consumo de materias primas aptas para consumo humano, especialmente cereales y soja, por su contribución medioambiental.

Se podría incentivar con una mayor dotación de ayudas a explotaciones ganaderas que basan la alimentación de sus animales en el aprovechamiento de subproductos agroalimentarios o en el aprovechamiento de pastos sobre el terreno. Este perfil de ganaderías está contribuyendo de forma directa e indirecta a una preservación medioambiental.

Su contribución medioambiental radica en que:

- El ganado no compite por las materias primas aptas para consumo humano.
- Las materias primas que consuman no procedan del otro lado del Atlántico.
- La producción de estas materias primas no tiene efecto de deforestación.
- Su alimentación contribuye a una reducción de la quema de residuos y también a una protección frente a incendios de los terrenos no cultivados.

Motivos más que suficientes para bonificar las buenas prácticas de los y las ganaderas que las lleven a cabo. De manera que, sí puede ser interesante reflexionar sobre la frase de D. Clemente.

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