"Nunca desperdicies una buena crisis".
"Nunca desperdicies una buena crisis".

Esta frase corresponde a una de tantas atribuidas a Winston Churchill, con la que se proyecta como hombre carismático, inteligente, y sobre todo, de Estado. La crisis, según la Real Academia Española, es un cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que son apreciados. Y la pandemia que estamos viviendo por COVID-19 lo es, en toda su hondura e impacto, en todos los ámbitos de nuestra vida y de la sociedad.

Resulta más que sorprendente la resiliencia de las personas, en su individualidad, para adaptarse al medio y a las circunstancias, asumiendo la pérdida de su libertad y del contacto con los suyos. Y como ciudadanos, en el respeto de unas medidas restrictivas e incómodas para evitar la propagación de la enfermedad y el daño a terceras personas, sacrificando su interés personal por el cuidado de la mayoría.

Y no menos relevante es el papel de las entidades públicas y privadas, debiendo actuar en consecuencia, con mayor responsabilidad si cabe, asumiendo sus roles de representación social y en la disposición de recursos y medios para la acción en la lucha contra la pandemia y sus estragos. A ello están llamados todos los agentes sociales, como partidos políticos, sindicatos, patronales, administración pública (locales, diputaciones, comunidad autónoma, país), empresa privada, asociaciones, colegios profesionales, etc. Pero esa acción responsable necesita de una sociedad viva, económicamente, y en consecuencia socialmente, para que sea realmente eficaz su efecto.

El maná de los fondos de recuperación europeos

El Next Generation EU (NGEU) es el fondo masivo y único de recuperación de la Unión Europea (UE) de 750 mil millones de euros para apoyar a los Estados miembros de la Unión Europea golpeados por la pandemia de COVID-19.

A España le corresponden 140 mil millones de euros, de los que 72,7 serán en subvenciones y 67,3 en préstamos, canalizados a través de varios instrumentos para su gestión pública, entre otros la inversión directa del Estado, convenios con las Comunidades Autónomas o Corporaciones Locales, subvenciones para la iniciativa privada, o instrumentos financieros como créditos o garantías. Todos los sectores de la economía española son susceptibles de ser beneficiarios de esos Fondos Europeos. Y serán las Comunidades Autónomas las responsables de ejecutar más del 50%, mientras que el Estado canalizará el 40% y las administraciones locales el resto con un papel más reducido.

Una oportunidad para llevar a cabo cambios estructurales

Sin duda los Fondos de Recuperación va a contribuir al sostenimiento, continuidad y desarrollo de la economía, en particular de las empresas y las familias castigadas por la pandemia, a través de los mecanismos que las administraciones públicas están articulando por Ley. Y es justo en este punto donde la sociedad civil debe poner en tela de juicio la acción de los agentes sociales, en el ejercicio de su responsabilidad y en el criterio de la máxima transparencia y justicia. Porque no es suficiente con sus aportaciones individuales e interesadas, sino consensuadas y coordinadas en el bien común, para que los proyectos financiados tengan un sentido social amplio, real, estructural, de permanencia en el territorio, y no de interés político o de rentabilidad económica execrable.

Como proyecto, de menor valor ecológico es la energía limpia de una instalación solar fotovoltaica, si en su montaje se desforesta o si no se dimensiona y considera para el suministro en cercanía de los puntos de consumo. De la misma manera, si la financiación no tiene en cuenta el mantenimiento y desarrollo de la economía de proximidad, se restan oportunidades para el sostenimiento de las familias y del bienestar económico local. Y si no se pone en valor la penalización en la competitividad de las empresas que residen en núcleos rurales alejados de las grandes poblaciones, la España vaciada será un hecho irremediable.

La acción responsable

Nos encontramos en una situación de contingencia extraordinaria, y como tal, con planteamientos de afrontamiento igualmente extraordinarios, en su fondo y en su forma, existiendo en la realidad amplio grado de libertad en su articulación. Los Fondos Europeos son nuestro maná, como el de los israelitas según la Biblia en el libro del Éxodo. Que los agentes sociales tomen conciencia, que velen por que su efecto no sea flor de un día, que quede en el territorio, y que dure como poco 40 años, los mismos que fueron alimentados los israelitas en el desierto.
 

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