Un humedal en Andalucía.
Un humedal en Andalucía. Agustín García Lázaro

Durante mucho tiempo, los humedales han sido considerados como unidades funcionales sin ningún valor material, tratados como focos de infección para la población y con escaso valor paisajístico. En los años 60, las políticas de agua y un mal manejo de este recurso ambiental, provocaron la pérdida de un alto porcentaje de humedales en nuestro país, lo que afectó alarmantemente a la biodiversidad de los municipios y provincias, donde se actuó bajo las directrices de canalizar estas lagunas.

Esta idea de los humedales y las lagunas como superficie improductiva está muy alejada de la realidad, ya que los humedales son de los ecosistemas con mayor grado de biodiversidad que existen, en relación con el número de especies metro cuadrado, con un alto valor ecosistémico y con múltiples posibilidades para el desarrollo del territorio.

Poseen una gran importancia tanto para el hombre, como para las muchas especies que habitan en ellos; reptiles, anfibios, insectos, plantas acuáticas, macrófitos, etc... Además son esenciales para las aves migratorias, al desarrollar una funcionalidad completamente necesarias para ellas, como lugar de descanso, reproducción o como reservorio de alimentos.

En la última década, el cambio climático ha provocado cambios de comportamiento en la gran mayoría de las especies, acentuándose este cambio en las especies migratorias, ya que estas son más vulnerables, al utilizar múltiples hábitats y una gran cantidad de recursos. Como se indica en la publicación de CMS ( Convención sobre la Conservación de las especies Migratorias de animales Silvestres) sobre las especies migratorias y el cambio climático, este último está modificando las rutas de migración de una gran variedad de especies, como respuesta a las distintas adversidades que están aconteciendo en los últimos años, como son la incompatibilidad temporal de presa y depredadores, fenómeno conocido como disyunción ecológica, elevación de temperatura, sequía extrema entre otros.

Este patrón de comportamiento, como es la ruta de migración, heredado de generación en generación, se ha visto modificado por los cambios tan bruscos de temperaturas y la altísima erosión que sufre el continente Africano. Lo que ha provocado una reducción en el total de kilómetros recorridos por las aves en las rutas migratorias, llegando a desaparecer en algunos casos, como es el caso de la cigüeña blanca, siendo su presencia durante todo el año en el lugar donde cría algo habitual para nosotros.

Como bien publicó la revista Ardeola, el número de pequeñas aves migratorias que cruzan el estrecho de Gibraltar están disminuyendo a pesar de que en Europa sus poblaciones están estables, ejemplo de ellas son especies como la gaviota, el verdejo o la bisbita común.

Este cambio de comportamiento en las diferentes aves, hace que los humedales Andaluces pasen de ser lugares de paso a ser punto de destino para una gran variedad de especies, ofreciéndonos estampas biológicas a las que no estamos acostumbrados, como es la presencia de enormes bandos de grullas en la provincia de Sevilla.
Entre todos los tipos de humedales resalta por su papel en estas rutas los humedales esteparios. Estas láminas de aguas ubicadas en un ecosistema tan adverso como son las estepas o campiñas, donde el agua es un recuso limitante, se convierten en verdaderos oasis de vida.

Las estepas Andaluza son ecosistemas que han sido creados por la mano del hombre tras varios siglos de agricultura, transformándose en el hábitat idóneo para especies como la avutarda (Otis tardas) o el Sisón (Tetrax tetrax). Si a este hábitat tan idóneo para especies con necesidades tan peculiares le unimos una lámina de agua, obtenemos una fuente de biodiversidad, con un gran potencial biológico, como es el caso de los humedales esteparios.

Por ello es de vital importancia el conocimiento y la conservación de los mismos, es necesaria la apuesta por una agricultura sostenible, respetuosa con su entorno, donde se establezca una relación beneficiosa entre humedal y la explotación que los rodeas, practicas tan beneficiosas como la instalación de setos en linderos de explotaciones agrícolas, creado corredores biológicos que establezcan la unión entre diferentes espacios, regenerando la biodiversidad de estos espacios que sin duda juegan un factor clave en la adaptación de los efectos del cambio climático, no sólo en las rutas migratorias de las aves, si no en el territorio.

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