La vuelta al cole en una escuela pública de Jerez.
La vuelta al cole en una escuela pública de Jerez. JUAN CARLOS TORO

"No pidamos al docente a que arregle los agujeros que hay en el hogar. En la escuela se aprende Matemáticas, Lengua, Ciencias, idiomas… y se refuerzan los valores que los padres y madres inculcan en sus hijos e hijas". Pepe Mujica.

Educar en valores ha de ser un compromiso colectivo, empezando en la familia y siendo apoyado por los docentes y la sociedad. Es necesario  una concepción más humanista de la educación que se acerque y sea comprendida por cada uno de los educandos para lograr una sociedad más consciente en la importancia de que los valores deben estar presentes en cada día, en cada una de nuestras acciones aunque estas parezcan insignificantes. 

Recuerdo  los primeros días de clase. ¡Qué pequeño/a eras y ya debías  subir a la primera planta porque empezaba tu etapa en E. Primaria cargando una mochila, que en muchos casos era más grande que tú llena de libros, pero también de ilusiones! ¡Anda, ya con los mayores! Solías escuchar.

¡A ver si tú también los recuerdas! Necesitabas ayuda para casi todo:, atarte los cordones, subir la silla al terminar la clase, abrir la anillas del bloc, subir y bajar la mochila por las escaleras, abrocharte el botón   que a veces no entraba en el pequeño ojal, la cremallera del abrigo que no era capaz de subir o bajar porque pillaba el forro, diferenciar los materiales… 

Los días transcurrían lentos, fueron un tanto pesados una y mil veces me preguntabais: "Seño, ¿cuándo vamos a salir al recreo?” Yo aún, confundiendo vuestros nombres,  que me iba aprendiendo gracias a las etiquetas pegadas  en las mesas y que además os servían de muestra para aprender a escribirlo,  os contestaba: “No te preocupes, ya queda poco. Y… ¡apenas eran las 10 de la mañana! Ahora, vamos a jugar y luego haré magia". Yo sonreía una y otra vez. Poco a poco todos os fuisteis abriendo, los besos y los abrazos por la mañana eran casi a diario así como los abrazos colectivos y los “aplausos silenciosos” para premiar o animar a los compañeros y compañeras.

A lo largo de estos dos cursos has aprendido a leer, y a disfrutar haciéndolo, te has divertido inventando retahílas, narrando anécdotas, contando chistes; has expuesto tus gustos,  tus opiniones y reflexiones, tus vivencias, lo que te gustaría ser de mayor. Has aprendido que con las palabras podemos imaginar,  soñar , resolver  problemas y conflictos, defender lo que es justo y lo que no, a  conocer y gestionar  tus emociones… Y a escuchar a los demás. 

Jugando con las Matemáticas, ya sabes contar, sumar y restar tan necesario para todo,  hemos buscado soluciones a los problemas que tenían Guillermo o Miguel, ¡cuántas veces estos chicos tenían problemas, pero ese no era el problema, en realidad era que muchos de vosotros olvidabais que  sus nombres llevan u después de la g!... e incluso hemos  averiguado en qué año nació el Ratoncito Pérez, ¡ ni más ni menos que en 1584! Ya ves, es un trabajador incansable, tan incansable como el duende Paco que  se coló en el mes de octubre y  se quedó todo el curso. Le cogisteis afecto enseguida porque en varias ocasiones, nos fue dejando en clase dulces y frutos saludables que nos han abierto sonrisas, mientras coreabais su nombre en un abrazo colectivo.

 El duende se convirtió en uno más de la clase. Os preguntabais qué solución le daría él a vuestras preocupaciones o problemas, Solía escuchar  “Seño, ¿puede venir algún día? ¿Querrá jugar con nosotros? ¿Nos traerá más chuches? “Yo no os dejaba de responder que era un duende trotamundos muy ocupado  y no siempre los duendes se dejan ver. Pero para sorpresa de todos, un día se presentó sin anunciarlo. Paco entró por la clase y todos los ojos se centraron en esa persona que entraba cargado con fruta y una gran bolsa. Cuando nos dijo que era el duende, ninguno lo dudó y os abalanzasteis a abrazarle, fue un precioso e inolvidable gesto de alegría y agradecimiento. Todos le ofrecisteis lo que mejor sabéis hacer, vuestros dibujos y vuestras vivencias, palabras que queríais compartir. Cuando por fin os calmasteis, escuchasteis con atención las  que él os dirigió. Sus palabras os hizo reflexionar sobre   la suerte de tener una familia, maestros y maestras, un cole, vivir en un pueblo donde ser felices; la necesidad de cuidar  lo que nos rodea para conservarlo; la importancia de las plantas y animales de nuestro entorno, de velar por la naturaleza, el cuidado y ahorro del agua y de la energía;  lo importante que es hablar para resolver vuestros problemas y que en los enfrentamientos del patio,  todos pierden. Y se despidió, como suele hacerlo, dejando su firma en la pizarra y en vuestros dibujos, SONRISA.

A lo largo de estos cursos has logrado ser más consciente de lo que supone compartir y ayudar, a resolver los conflictos y enfados hablando con los demás, a que un abrazo y una sonrisa soluciona muchos problemas (hasta cura dolores de barriga o pequeñas heridas después de caerse, ¿verdad?), lo importante que es pedir las cosas por favor y ser agradecidos; a decir la verdad siempre aunque duela y a pedir perdón cuando nos equivocamos porque eso es ser valiente y lo correcto; a  comprender que tenemos suerte de tener una familia, amigos, un cole, maestros, ropa y comida todos los días; a decir te quiero, a alegrarte por los éxitos de tus compañeros; que cuando ayudas a los demás tu corazón se hace más grande;  a que cuando te esfuerzas tu trabajo tiene recompensa y que merece la pena; que la alegría es más alegría si la compartes y que la tristeza desaparece con un beso o un abrazo. Y a partir de ahora es el momento de ponerlo en práctica a diario. Y todo esto sí es magia, magia de la verdad, de la que no se puede conseguir nada más que regalándosela  a los demás o  que te la regalen los demás a ti, porque la magia… la llevamos en nuestro interior en nuestra forma de ser y en la de actuar.

No puedo dejar de ponerte deberes para este verano, es el momento de jugar, de hacer actividades diferentes, de  llenar tu verano y tu vida de  buenos y bonitos recuerdos, vivencias con la familia y amistades que con el paso del tiempo ganan valor.

Y ahora que nos separamos un poquito, si estás leyendo estas palabras en compañía de tus padres hoy, o quizás tú dentro de algunos (o muchos) años,  deseo que sientas la importancia de sonreír cada día, no olvidar  dar las gracias por cuanto tienes, que mirando con los ojos del corazón no es poco. Y yo hoy, como cada día  que hemos compartido doy las gracias por haberte visto crecer en el colegio, por tus sonrisas y abrazos, porque tú me has hecho  FELIZ. 

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