Un bosque que guarda versos

Queremos dar voz al campo, a sus paisajes, a su gente y a sus tradiciones, para que no desaparezcan en un mundo cada vez más acelerado y artificial.

A la sombra de un roble de 800 años, se puede leer el Andaluces de Jaén de Miguel Hernández, convertido en himno de la provincia de Jaén.
09 de agosto de 2025 a las 08:41h

El Concurso Internacional de Poesía Rural y el Encuentro de Poetas en la Finca Bonilla reivindica la voz del campo desde Torres de Albanchez. En la Sierra de Segura, donde el aire huele a romero y lentisco, y el murmullo de los ríos Onsares y Guadalimar acompañan a las encinas centenarias, existe un lugar donde la naturaleza y la poesía se abrazan: la Finca Bonilla.

Allí, en un rincón privilegiado del mundo rural, nace un proyecto único que busca devolver al campo la visibilidad y la dignidad que merece: el Bosque Poético, el Concurso Internacional de Poesía Rural y el Encuentro de Poetas.

El Bosque Poético es mucho más que un homenaje. Es un espacio donde los versos se siembran como semillas doradas de trigo. Las placas de los poetas ganadores y participantes descansan junto a árboles centenarios —encinas, pinos, robles— creando un sendero literario que invita a detenerse y escuchar. A la sombra de un roble de 800 años, se puede leer el Andaluces de Jaén de Miguel Hernández, convertido en himno de la provincia, rodeado de nuevas voces que dialogan con la tierra.

Este bosque surgió como una prolongación del Premio Internacional de Poesía Rural Felipa Marín-Isabel Montes, en homenaje a dos mujeres sencillas y luminosas: mi madre, Felipa Marín, e Isabel Montes Yeye, esposa del activista rural y presidente de la Fundación Savia, Paco Casero. Ambas son el alma de un certamen que nació del amor, la admiración y la necesidad de reconciliarse con el tiempo para que su ejemplo no caiga en el olvido. Son personas de luz, cuya energía aún nos toca e ilumina nuestro camino.

En solo dos ediciones, este concurso ha alcanzado una proyección inesperada: han participado poetas de países de habla hispana de todo el mundo, demostrando que la voz del campo es universal. En la primera convocatoria, los premios recayeron en Jorge Fernández Gonzalo, con Stoikeia, y Andrés Felipe Vargas Coronado, con Un lugar en el mundo. Debido a la alta calidad de los trabajos presentados, el jurado concedió un Accésit en la categoría de adultos a Felipe García Pérez por Gabardera y otro a José Andrés Ludeña Martínez por Caminos de un pueblo.

En la segunda edición, Pedro Porres Oliva emocionó al jurado con Peregrino de la lluvia, mientras Nicolás Muñoz Villacañas ganó la categoría juvenil con Memorias del Vergel. El Accésit fue para Javier Sánchez Durán con su original Baile lento de Los Berros. Las obras premiadas han sido publicadas con las editoriales Trifaldi y Bichomalo Libros, en la primera y segunda convocatoria respectivamente. El inestimable apoyo de la Diputación de Jaén ha sido una pieza clave para el desarrollo de este proyecto.

El jurado, formado por nombres destacados, cuenta con Alejandro López Andrada como presidente, poeta y escritor cordobés, máximo representante de la poesía rural en castellano; Ezequiel Martínez, periodista, comunicador, educador ambiental, escritor y Patrono de la Fundación Savia; María Dolores Almeida, poeta onubense de gran trayectoria y sensibilidad literaria; Josefa Parra, poeta, escritora gaditana y presidenta de la Fundación Caballero Bonald; Concha Montes filóloga sevillana y Antonio Aguilera, naturalista, escritor y secretario de la Fundación Savia.

Junto a ellos trabajamos codo con codo, unidos por el compromiso de dar voz al mundo rural a través de la poesía. Este elenco aporta no solo rigor literario, sino también una profunda conexión con la tierra y sus valores.

Como extensión natural del concurso, el Encuentro de Poetas convierte a Torres de Albanchez, un pueblo de apenas 800 habitantes, en un auténtico epicentro cultural durante un fin de semana. Tras el éxito de la primera edición, que contó con la presencia de la poetisa Magdalena Sánchez Blesa, la segunda cita —prevista para los días 21, 22 y 23 de noviembre— promete tres jornadas intensas con recitales teatralizados, talleres literarios, conferencias y paseos por la naturaleza. Un programa pensado para inspirar no solo a quienes asistan, sino también para recordar que el mundo rural no es un vestigio del pasado, sino un territorio lleno de vida, arte y futuro.

Este proyecto es, en esencia, una forma de resistencia. Una manera de decir que los territorios rurales no son espacios condenados al silencio. Aquí, la poesía se convierte en una voz potente que exige respeto, atención y cuidado hacia quienes habitan y trabajan la tierra: los que moldean el paisaje y alimentan a sus rebaños cada día del año. Queremos dar voz al campo, a sus paisajes, a su gente y a sus tradiciones, para que no desaparezcan en un mundo cada vez más acelerado y artificial. Esa convicción es la que nos une y da sentido a este proyecto.

En la Finca Bonilla, la poesía no solo se lee: se respira. Pero para escuchar la voz de sus versos hay que llegar con el alma abierta y los cinco sentidos despiertos, dispuesto a dejarse atravesar por el susurro de los robles y el murmullo de los ríos. En su Bosque Poético, cada palabra se transforma en amor a la tierra, en promesa de que la naturaleza seguirá siendo inspiración para quienes se acerquen a ella con respeto y asombro.