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Ainhoa Gil. Secretaria de Organización del PSOE-A Jerez.

Los estereotipos han nacido para romperse. La desigualdad como axioma del pensamiento único sigue presente en nuestra ciudad, impulsado por mentes retrógradas que aún no saben que nuestro siglo es el XXI.

La discriminación que históricamente ha padecido el colectivo de lesbianas, gais, bisexuales o transexuales es una realidad, aunque gracias a la lucha de este movimiento y a políticas verdaderamente progresistas va empequeñeciendo.

Como madre, y con la conciencia de identidad que debemos transmitir a nuestros hijos e hijas, debemos saber que sólo la educación desde edades tempranas hace mella en sus valores y forma de entender la vida: desde el respeto a lo diferente y sobre todo a todos los seres humanos.

Ya no es sólo cuestión de modas. Elegir ropa de bebé de uno u otro color en función del sexo, seleccionar entre princesas o superhéroes, entre bragas o calzoncillos… es una cuestión que tiene que estar más que superada para los padres: su deliberación no define a nuestros hijos como personas sino como perchas sexistas.

Elegir entre el rosa o el azul en caso de ser niña o niño ya no es una opción. El arcoíris, la amalgama de todos los colores del espectro cromático, es lo que prima. Una sociedad que suma en vez de restar deber ser el objetivo, a pesar de que la derecha de este país siga vulnerando los derechos de las personas por motivos de identidad de género.

Como socialista y como ciudadana libre me enorgullecen las políticas sociales que, en beneficio del colectivo LGTB, se pusieron en marcha hace una legislatura para devolver la dignidad a quien siempre la tuvo aunque hubo quien se empeñó en lo contrario.

Y hoy también es motivo de satisfacción personal para quien les escribe ser testigo de cómo el Parlamento andaluz aprobó esta semana la proposición de Ley Integral para la No Discriminación por Motivos de Género y Reconocimiento de los Derechos de las Personas Transexuales; una normativa que pretende dar respuesta a sus demandas para ampliar la regulación más allá de la rectificación registral de la mención de sexo y nombre propio en el Registro Civil, y que desde 2007 admite la legislación estatal.

Se trata de la primera ley que a nivel estatal regula el derecho a la autodeterminación de género y a la identidad de género, sin necesidad de pasar previamente las pruebas psicofísicas que sí se exigen en otras comunidades autónomas. Garantizar el derecho fundamental de autodeterminación de género de las personas que manifiestan una identidad distinta a la que tienen al nacer y unas condiciones de vida iguales a las del resto de la ciudadanía, ya se recoge en el reformado Estatuto de Autonomía.

Es por ello que las banderas arcoíris no sólo deben ondear hoy en los balcones de los edificios públicos por protocolo e imagen; sino porque realmente las instituciones, sea cual sea su color político, crean verdaderamente en el fin de la homofobia y la transfobia.

Lo dicho, uno más uno no siempre son dos desde un punto de vista no matemático; y rosa más azul más que morado es un arcoiris pleno.

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