La última del presidente en funciones tiene su mérito, solamente a alguien de su altura política se le podía ocurrir disputarle la gloria a Papá Noel colocando unas previsibles terceras elecciones el día de Navidad.
Solamente a un ejercicio de ingenuidad calculada puede atribuirse la firma de un pacto anticorrupción con el Partido Popular de Mariano Rajoy. Y precisamente eso es lo que acaba de hacer Ciudadanos, ese partido contagiado de la vocación errante y coyuntural de su líder, el señor Rivera. Porque la firma de ese pacto sólo es comparable a la incoherencia de colocar al Conde Drácula de guarda de seguridad en un banco de sangre. Y Rivera sin enterarse, o tal vez haciéndose el sordo ante el clamor social que se eleva en este país cada día culpando a Mariano Rajoy y su partido de ser padre y madre de toda la corrupción que nos asola.
Pensar que quienes han desarrollado el arquetipo de las más variadas tramas de corrupción van a convertirse en adalides de la lucha por el imperio de la moralidad pública y política no dista mucho de esa creencia mojigata de que los niños vienen de París. Resulta cuanto menos sorprendente la actitud ingenua del partido de Rivera a menos que su discurso sólo fuese una pose electoral para pescar en el rio revuelto del malestar social que ha generado esa panoplia sin igual de casos que esperan en los juzgados la comparecencia de miembros destacados del Partido Popular pertenecientes a todos los escalones de su escala jerárquica.
Esperar que quienes se han convertido en la guardia pretoriana de personajes como Rita Barberá o quienes pedían fortaleza a Luis Bárcenas via SMS vayan a ser los promotores de reformas como la supresión de los aforamientos es sencillamente un acto de fe sólo comparable a aquella memorable Jura de Santa Gadea que recoge la leyenda medieval y que según cuenta la historia verdadera nunca tuvo lugar.
O Rivera es recordman mundial de la confianza ciega o sencillamente ha equivocado su camino al intentar liderar un partido político, o quizás simplemente su atrevimiento le lleva a ignorar los peligros históricamente demostrados de nadar entre dos aguas creyendo que mientras nada ha guardado la ropa. Allá el catalán errante con sus pretendidas ingenuidades, esas mismas que le llevan a publicar en un diario nacional de gran tirada una especie de epístola a los Corintios cargada de mezquina santidad en las que exhorta al socialismo español a imitar su entreguismo apostolar ante el Partido Popular.
Y mientras, Mariano, una vez terminadas sus publicitadas rutas trotonas por su Galicia natal, continúa haciendo de las suyas. La última del presidente en funciones tiene su mérito, solamente a alguien de su altura política se le podía ocurrir disputarle la gloria a Papá Noel colocando unas previsibles terceras elecciones el día de Navidad. Y es que este Presidente viene demostrando su innegable capacidad para superarse a sí mismo porque más allá de la anécdota ha lanzado una bomba de racimo sobre la moral de la ciudadanía que espera de un candidato a la presidencia de nuestro país algo bien distinto: un esfuerzo sincero y constante por conseguir solventar el sudoku del resultado electoral del 26J. pero eso sería esperar mucho de quien debió aprender la política de mozo en el camarote de los Hermanos Marx.
Por último una buena nueva, Iglesias parece haber despertado de esa variante del sueño eterno en el que le sumió el resultado electoral de Unidos Podemos con el consiguiente fracaso del “sorpasso”. Eso sí, parece haber despertado algo confuso, como si el 26J no hubiera tenido lugar, murmurando diálogos con los socialistas en la búsqueda de acuerdos que el propio Pedro Sánchez ha desmentido. Imaginemos el calibre de las pesadillas que Iglesias ha debido padecer mientras dormía y leer tras su despertar otra lapidaria frase del maestro Monedero: “ Errejón? Yo no compito con mis alumnos”. Otro enamorado del camarote al grito de “más madera”…
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