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Dice la única acepción que la Real Academia ofrece para el término 'arbitrariedad': Acto o proceder contrario a la justicia, la razón o las leyes, dictado solo por la voluntad o el capricho. Lo repetimos, pues parece que la definición se olvida o se esconde bajo el eufemismo. Lo arbitrario es aquello dictado por la voluntad o el capricho. Si un juez, cosa seria desde luego, considera que has decidido algo "absolutamente arbitrario", es que ese algo está decidido absolutamente por voluntad o capricho. No hay más excusas, no hay más justificaciones estériles. Quizás la pregunta sea para nota en los tiempos que corren, pero ¿es esto propio de quienes gobiernan y administran lo público?

El mes próximo se cumplirá un año desde que el TSJA declaró el ERE en el Ayuntamiento para 260 familias como "no ajustado a derecho" por, entre otras cosas, ser "absolutamente arbitrario". El mes próximo es muy probable que el Tribunal Supremo falle sobre el recurso presentado por esta sentencia en primera instancia, que vino en parte a tumbar esos despidos masivos promovidos por el PP de María José García-Pelayo. Habrá que ver qué ocurre finalmente, indemnización por despidos improcedentes o readmisión, pero mientras tanto siguen acumulándose los episodios de un partido y gobierno local que parecen, a tenor de las múltiples denuncias de oposición y sindicatos, no dejar de abusar de la pura "arbitrariedad" en las decisiones que vienen adoptando a lo largo de la legislatura.

Arbitrario (capricho, voluntad política) fue por ejemplo decidir privatizar el agua de todos los jerezanos para los próximos 25 años o arbitrario es, como denuncian oposición y sindicatos, las decisiones que se siguen tomando en materia de personal, léanse los nombramientos declarados como ilegales por la Justicia y las extrañas maniobras que, de forma reiterada, se vienen sucediendo en este capítulo. La última, denunciada ayer mismo por UGT. Y eso que era Pelayo, a seis meses de las elecciones municipales de 2011, la que perjuraba: "Insisto que lo que hace falta es organizar el trabajo y la plantilla. No es cuestión de que sobre gente. La plantilla municipal no es el problema del Ayuntamiento. Hay otros problemas que generan más costo al Ayuntamiento que el de la plantilla municipal".

Pero, ¿por qué clase de proceso arbitrario pasó a pronunciar lo siguiente hace apenas tres meses?: “Si una sentencia desbarata eso habría que buscar otras alternativas. PSOE y Foro defienden el regreso de todos los trabajadores, pero ante una decisión como esa sólo cabría otro ERE o un recorte brutal a la totalidad de la plantilla, porque la situación se haría insostenible”. ¿Antes no había un problema capital donde ahora, de cara a la opinión pública, están todos los males económicos del Consistorio? Pues deben ser éstas las cosas de lo políticamente caprichoso, de la absoluta arbitrariedad. Un asunto al que el ciudadano por lo general suele responder con una frase lapidaria: "Lo que me preocupa no es que me hayas mentido sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti". Y sí, la escribió Nietzsche.

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