Ah, claro… si de la extrapolación solo cabe extraer un retroceso, no hay extrapolación ni siquiera con "pero". “Los datos no son extrapolables”. Punto.
… Y, por supuesto, llega el momento de la extrapolación. Si el primer día de resaca electoral es el de la comparación de los resultados obtenidos (con el resto de partidos, con las pasadas elecciones, con las ciudades vecinas), el segundo es el de la extrapolación. La extrapolación es… bueno, no soy muy partidario de esos artículos en los que el cronista pone la definición de la RAE de cualquier palabreja y se queda tan pichi, pero es que en este caso es concluyente: “Aplicar a un ámbito determinado conclusiones obtenidas en otro”. Claro y escueto. Así que cuando el político de turno dice per se o respondiendo a una pregunta de los periodistas que los datos no son extrapolables y sigue hablando, el pobre lector debe ir preparándose para algo que puede acercarse peligrosamente a una parida. De hecho, la frase habitualmente se formula más o menos así: “Los datos no son extrapolables, pero…”. Pero abróchense los cinturones porque detrás de ese "pero" puede ir cualquier cosa, desde las elecciones anteriores (aunque sean de otro ámbito), que suele ser lo habitual, a exactamente cualquier cosa, incluida la producción anual de remolacha.
Tanto PP como PSOE de Jerez han hecho su propia lectura de estas elecciones generales referidas a las municipales. Se trata del clásico “no son extrapolables, pero…” y allá va –allá ha ido- la extrapolación más o menos traída por los pelos con las municipales, autonómicas o la remolacha, siempre que de la comparación de los datos salga una conclusión positiva, un avance.
Ah, claro… si de la extrapolación solo cabe extraer un retroceso, no hay extrapolación ni siquiera con "pero". “Los datos no son extrapolables”. Punto.
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