Repensando eso de ser hombre.
Repensando eso de ser hombre.

No hay una única forma de ser hombre; existen hombres amables, egoístas, de diferentes religiones, razas, orientación sexual y lugares de nacimiento. De igual manera, no existe una única expresión de esa forma de ser llamada masculinidad. Por eso, es más preciso referirnos a ella en plural, como 'nuevas, diversas, amables, subversivas, cuidadoras', y no simplemente como 'masculinidad'.

Anteriormente, pensaba que la misoginia o la transfobia eran pensamientos y actitudes deplorables que solo afectaban a los hombres hetero cis. Sin embargo, cada día compruebo que no es así; nos afectan a todos los que hemos nacido con testículos entre las piernas, y por ende educados y socializados en ese eufemismo que llamamos “ser Hombre'.

Aunque existen tantas formas de ser hombres como individuos hay, concurren elementos comunes que nos agrupan a todos, ya seamos de Irán, España, Marruecos o Australia; católicos, ortodoxos, judíos, cristianos, ateos o bereberes; homosexuales, heterosexuales, progresistas o conservadores. De entre ellos destacan la misoginia y la transfobia.

Por ejemplo, la idea de que el feminismo exagera en sus demandas o que las mujeres están biológicamente mejor preparadas para ciertas funciones y los hombres para otras, justificando así la división sexual del trabajo. Asimismo, la noción de que ser corresponsable implica que muchas mujeres subyugan a los hombres con las tareas del hogar, que ellas también maltratan y asesinan, y que ellos están a favor de la igualdad, pero no de una dictadura de las mujeres donde se les prive de muchos derechos. Estos pensamientos, que no se sostienen con datos, son solo excepciones a la regla de la discriminación femenina, pero se utilizan como ejemplos generales y se elevan a la categoría de verdad. Sin embargo, en realidad, lo que manifiestan es una animadversión y, a veces, odio hacia todo lo que significa ser mujer, expresando claramente ese miedo y complejo de inferioridad que, en general, los hombres tenemos respecto a la feminidad.

Cuando en 1976 la ley para la Reforma Política preguntó a la sociedad española si queríamos romper con el franquismo y comenzar una democracia nueva, sin los lastres y crueldades de la dictadura, o si preferíamos mantener algunas estructuras y normas del antiguo régimen para que convivieran con las de la nueva democracia, estábamos ante la elección entre reforma o ruptura.

De la misma manera, creo que ha llegado el momento de que los hombres decidamos si queremos mantener una masculinidad homófoba, misógina y transfóbica, incorporándole elementos más “democráticos” y amables, y seguir siendo los que siempre hemos sido, pero con apariencia igualitaria, o si en serio queremos romper y construir un hombre nuevo, alejado de roles, mandatos y estereotipos. Es una cuestión de honradez personal a la que nos enfrentamos, de la cual dependerá la igualdad  entre mujeres y hombre y el fin de las violencias. Se trata de abandonar la zona de confort y adentrarnos en un mundo desconocido.

Significa también pasar de las palabras a los hechos, ser aquel que no guarda silencio y reprime las bromas, comentarios e imágenes sexistas en los grupos de WhatsApp. Aquel que aboga por el uso de un lenguaje inclusivo, reconoce que la responsabilidad de erradicar la violencia de género recae en todos los hombres, y sostiene que aún hay mucho por cambiar para alcanzar la verdadera igualdad. Es el que se declara abierta y sin complejos como un hombre feminista, a pesar de las miradas de extrañeza y las bromas de amigos, compañeros, familiares y conocidos.

No es una tarea fácil, ya que genera incomodidad y molestias, haciéndote destacar como "el diferente". La alternativa, seguir como hasta ahora, siguiendo las normas del rebaño por temor y cobardía. Aunque, a espaldas de todos, digamos estar a favor de la igualdad.

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído