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Quieren volver a imponernos descaradamente qué es pecado, qué no lo es, qué es piadoso, qué es sagrado, qué relación es honorable, qué es decente, en suma qué podemos y qué no podemos hacer a los ojos de la moralina retrógrada y trasnochada del inmenso poder del clero. In hilo tempore hacían y deshacían a su antojo, sin separación entre Estado e Iglesia porque ellos eran de facto el Estado. Quieren más de lo mismo, insaciables como parecen ser. Lo de la reforma del aborto es un pretexto más. Es otra excusa más para tratar de recuperar el control absoluto por quienes creen que lo que le susurran sus conciencias es la verdad absoluta que tenemos que creernos todos. El problema es que han pinchado en hueso ante un problema que se creía superado, incluso entre los suyos. Ahí figura en los sondeos ese menos de un tercio de votantes del PP que cree necesario reformar esta ley. O esa mayoría de españoles que directamente apoya y respalda la actual regulación mediante la ley de plazos.

Cuando se reformó en 2009, un 80% estaba de acuerdo con establecer el aborto libre en las primeras 14 semanas de gestación y fuera de ese plazo en determinados supuestos como riesgo para la madre o malformación. ¿Por qué entonces ese retroceso ante una norma lo bastante madura y consensuada como para no tener que retocarla? Básicamente hay que apuntar hacia la Conferencia Episcopal y al ala más dura de la derecha para hallar las razones que han forzado por las bravas una decisión que ha provocado un enorme cisma incluso dentro del propio PP y que la ciudadanía rechaza, a nivel generalizado, por inoportuna y poco preocupante frente al por ejemplo alarmante estado socioeconómico que presenta el país casi de arriba a abajo y de Este a Oeste.

Ayer tocaba salir a la calle. Convocados por la Plataforma Social de Jerez y diferentes organizaciones políticas, sociales y vecinales de la ciudad, la Alameda del Banco sirvió de punto de partida de una marcha contra la reforma de Gallardón y, pese a las inclemencias meteorológicas de una desapacible jornada de sábado, la respuesta ciudadana fue muy positiva (no todo lo que cabría esperar, pero positiva) y el rechazo quedó patente por las calles del centro. A nivel local, el equipo popular una vez más se hace el sueco con todo lo que se salga del guión que le imponen sus 'mayores'. En el último pleno directamente se negó a debatir a propuesta del PSOE sobre esta cuestión, tal y como ocurrió en la Diputación de Cádiz, y la alcaldesa Pelayo no aclara si en este asunto está con voces disidentes entre las filas de su partido, como el extremeño Monago, o si apoya el regreso al pasado del ministro Gallardón. "Nadie puede obligar a nadie a ser madre", opina el presidente extremeño. "El aborto nunca puede ser un derecho", valora la secretaria de Educación e Igualdad del PP, Sandra Moneo. ¿Entre qué dos opciones se mueven los populares jerezanos? Parece obvia la respuesta.

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