Reflexiones sobre el impacto del feminismo y la evolución cultural: más allá del caso Rubiales

Esto ha logrado movilizar a actores políticos, sociales, económicos y mediáticos tanto a nivel nacional como internacional, en torno a un tema que, hasta hace poco, era considerado normal en nuestra cultura

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Miembro de la Asociación de Hombres Igualitarios de Andalucía. (A Rocío siempre, antes, después y luego)

Luis Rubiales durante su discurso.
Luis Rubiales durante su discurso.

No tengo la intención de abordar el caso de Rubiales, ya que personalmente me siento saturado por la avalancha de noticias que hemos estado recibiendo. Este es uno de los efectos de las redes sociales, que exponen tanto lo positivo como lo negativo. Lo que este individuo ha hecho y protagonizado es algo que conocemos demasiado bien: su estilo, su machismo, su arrogancia y su prepotencia. No obstante, me interesa reflexionar en voz alta sobre un aspecto distinto. Me refiero a la destacada movilización social y mediática lograda por el feminismo, algo que considero sin precedentes en la historia de cualquier otra causa social en nuestro país.

Es realmente impactante observar cómo este movimiento, sin afiliación a ningún partido u organización formal, ha conseguido penetrar en la sociedad de manera transversal, con voces y perspectivas diversas que han generado un clamor unificado. Esto ha logrado movilizar a actores políticos, sociales, económicos y mediáticos tanto a nivel nacional como internacional, en torno a un tema que, hasta hace poco, era considerado normal en nuestra cultura, algo anecdótico e incluso simpático. ¿Qué ha sucedido para que de repente, de la noche a la mañana, los hombres, nos hayamos unido a la causa del feminismo?

Es curioso cómo los hombres que solíamos resistirnos a abrazar estas luchas, que en su mayoría pensábamos que el feminismo era lo opuesto al machismo, o que creíamos que las mujeres eran en parte las responsables de las violencias que con ellas se cometen por su forma de vestir provocativa, ahora estemos luchando contra las acusaciones de falso feminismo y seamos activos defensores de una causa que hasta hace poco menospreciábamos. Siempre he creído que los logros fundamentales del movimiento feminista van más allá de los derechos ganados para las mujeres. En realidad, están impulsando un cambio cultural en la psicología de los hombres, como si se tratara de una evolución cultural hacia un nuevo paradigma de sociedad. Pero ¿es posible que este cambio ocurra de la noche a la mañana, como parece estar sucediendo en el caso del presidente indigno de la Federación Española de Fútbol?

O tal vez sea que la mayoría silenciosa de hombres, no la minoría ruidosa que representa lo peor del machismo, sino los hombres comunes que hemos sido criados y socializados en un modelo patriarcal caracterizado por la desigualdad, estemos cambiando gradualmente nuestra forma de pensar sin percatarnos, y quizás llegando a la conclusión de que puede que las mujeres no estén tan equivocadas cuando denuncian las injusticias que sufren.

Aunque siempre intento mantener una actitud optimista y sintiendo una gran satisfacción al ver el lema "se acabó" impreso en las camisetas de muchos jugadores de fútbol, así como por la enérgica reacción que como país estamos demostrando ante los actos delictivos protagonizados por el individuo en cuestión, vuelvo a experimentar escepticismo en cuanto a si esta movilización refleja un auténtico cambio en la mentalidad de los hombres y en la sociedad hacia posiciones más igualitarias, o si existen otras razones subyacentes.

Sinceramente, considero que, aunque el cambio en la cultura y la mentalidad masculina impulsado por el movimiento feminista es evidente y palpable, todavía queda un largo trecho por recorrer, ya que las desigualdades persisten y la violencia de género continúa. Opino que lo que ha provocado un rechazo tan abrumador no ha sido el beso en sí, que, como mencioné, muchos hombres aún minimizan, ni la masiva conversión masculina al feminismo, el hecho motivador ha sido el abuso de poder y la actitud de superioridad que un individuo ha manifestado hacia una mujer, a la que el machismo reconoce como más débil, aprovechándose de su posición.

También podría decirse que lo que ha generado esta repulsión es la actitud ordinaria, altanera y arrogante, junto con la mentira y la prepotencia. Además, no debemos pasar por alto la importancia de lo políticamente correcto, ya que, en medio de la enérgica respuesta, quedarse pasivo equivale a mostrar una imagen muy reveladora. Resulta llamativo que hombres que ayer aplaudían a Rubiales de manera efusiva, hoy estén emitiendo comunicados de condena.

En mi opinión, los hombres no hemos adoptado de la noche a la mañana una perspectiva feminista. De hecho, en general, diría que nuestra postura sigue siendo muy similar a la de antes. Esperemos que el caso de Rubiales realmente nos brinde una oportunidad para abrir los ojos y reflexionar seriamente sobre estos asuntos.

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