Reflexiones de un hombre que quiere cambiar

WhatsApp Image 2018-08-02 at 11.17.10

Miembro de la Asociación de Hombres Igualitarios de Andalucía. (A Rocío siempre, antes, después y luego)

Un acto simbólico durante el pasado 8M en Cádiz capital. FOTO: CÁDIZ FEMINISTA.
Un acto simbólico durante el pasado 8M en Cádiz capital. FOTO: CÁDIZ FEMINISTA.

Pues algo habrá que hacer para hacernos comprender y aceptar nuestro machismo a los hombres. Porque nos guste o no, somos muy machistas, y la inmensa mayoría no pasaríamos el test mas simplón de detección de machismos. Y es que uno de nuestros principales problemas, es no verlo, no saber distinguirlo, y no aceptar su realidad, que es el primer paso a dar para comenzar a cambiar, por eso incluso muchos hasta nos ofendemos cuando alguien nos tacha de machista.

Estamos tan acostumbrados a vivir en nuestro mundo, con sus reglas, que creemos que como pensamos, hablamos, o actuamos es lo procedente y normal, y que no hay nada de machismo, ni desprecio hacía las mujeres en ello.

Pensamos que las desigualdades que dicen padecer las mujeres no son tales, porque entre otras cosas, no las vemos, que la igualdad debe ser una cuestión de méritos y posibilidades, y no de cuotas, paridad, o listas cremalleras, en un sociedad que ya desde 1978, es igualitaria. Por eso no vemos mal, que una mujer gane menos, tenga menos responsabilidad laboral, y menos posibilidades de empleo, y opinamos que no es machista pensar que ellas no rinden igual, porque usan mas permisos, se quedan embarazadas, y están de baja largos periodos de tiempo.

Entonces, que hacemos para hacernos entender que estamos muy equivocados, y que nosotros en esta demanda de igualdad de las mujeres, y en las discriminaciones que padecen, somos el problema, y también la solución. Como provocar nuestra reflexión, ante el abuso, el acoso sexual, las violaciones, y los asesinatos machistas. Como hacernos llegar la idea, de que es nuestro comportamiento como hombres el que crea, sustenta, y fomenta, sin ser quizás consciente de ello, todas estas situaciones. Sinceramente no lo tengo muy claro, pero lo que si adivino con claridad, es que todo triunfo en esta batalla contra la desigualdad que provoca discriminación y violencias, pasa inexorablemente por nuestro cambio. El abandono de las posiciones de confort en las que vivimos, y el compromiso activo con otra manera de entender nuestra realidad como hombres.

Para esto, como en todo, es fundamental, la formación, y la información. Crear una nueva pedagogía dirigida a los hombres, jóvenes y no tan jóvenes, que nos haga entender quienes somos, y donde nos encontramos. Una pedagogía que nos enfrente, visibilice nuestros comportamientos, la violencia estructural que nos acompaña, la realidad de las mujeres, desde su óptica, para así saber como se sienten, que piensan, y que les parece el lugar que le hemos asignado.

Solo desde este ejercicio colectivo y honrado de empatía de los hombres hacía las mujeres, podremos comenzar, primero a comprender, segundo a aceptar nuestro machismo, y tercero a iniciar ese proceso de deconstrucción de la masculinidad, que haga posible un hombre diferente, unas relaciones igualitarias, un mundo donde la violencia no forme parte de la vida, la sexualidad no sea entendida desde la desigualdad, y las jerarquías de poder no marquen nuestra hoja de ruta.

Pero esto no es fácil, y no será un cambio colectivo, ni de golpe, llegaremos a ese lugar desde la suma de miles de pequeños cambios personales, algunos imperceptibles. Debemos ser nosotros los sujetos de este cambio, cuya competencia por dignidad y decencia no podemos delegar en nadie más. El cambio de los hombres, es solo de nuestra responsabilidad.

Es difícil, cuesta trabajo, nos dirán de todo, se reirán, nos llamarán lo que más nos duele, que no somos hombres, y esa es una de las principales fronteras que debemos traspasar, para comprender que los valores, los atributos con los que nos han identificado, son los responsables de la desigualdad.

Nos queda mucho trabajo, y muchas las tareas, porque son demasiados los años de inamovilidad y acomodo. Será necesaria una pedagogía de la igualdad, con el ejemplo, la palabra, y el compromiso. Tendremos que ser muy cuidadosos, en los tiempos, y en la forma de enfrentarlos a nuestra realidad. No hacerlo desde la trinchera, la acusación, y el reproche, no, esa no puede ser la estrategia. No se trata de culpabilizar, y sí de cambiar. Aliados, no enemigos.

En esta labor, los poderes públicos pueden jugar un papel transcendental, cómplices activos en el empoderamiento de nuevos modelos de hombre, y masculinidad. La ciudad, y el urbanismo, en la promoción de estos nuevos modelos, en la creación de una identidad colectiva de hombre y ciudad igualitaria. Las calles de nuestras ciudades y pueblos, pueden transformarse en espacios de igualdad, con mensajes que nos hagan comprender la realidad y reflexionar sobre ella, los nombres de sus calles, la cartelería, la publicidad, la visibilización de nuestra posición, la de las mujeres, los roles, los estereotipos, las discriminaciones. Los autobuses, y las marquesinas de las paradas sustituyendo toda publicidad urbana sexista, por otra igualitaria, asexual, que no cosifique a las personas, ni exponga los cuerpos como objetos de deseo y negocio.

Son tantas las tareas que tenemos pendientes, los hombres, y tanto el retraso acumulado, que no podemos permitirnos siquiera la ocasión de la duda, en este proceso de cambio, igualitario, urgente, y necesario.

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído