Edith Stein.
Edith Stein.

El 2 de agosto de 1942, dos monjas carmelitas son sacadas de un convento en Holanda por la Gestapo, siquiera prestan atención y cantan aún con su mirada en la inercia final que viene de la consciencia y el abismo, entre el hambre y el frío dejan para el final la rebeldía y  todas las palabras y pasiones que siguen en el refugio del silencio, tan conocido, un retorno a la certeza del sueño y la noche, inexpresable y atormentada una de ellas escribe dos años antes;

“Cuando los oscuros días de diciembre son iluminados por la luz suave de las velas del Adviento —una luz misteriosa en una oscuridad llena de misterio—, entonces se despierta en nosotros el pensamiento de que la luz divina, el Espíritu Santo, nunca dejó de alumbrar en las tinieblas al mundo caído.” 

El frio deslumbrante del grito del dolor no consigue desnudar su horizonte; hay estaciones y caminos ignorados, ¿y en qué mirada ausente, a la deriva, llegado el día fuiste con tu sed a las regiones desoladas?

Las grandes metáforas del siglo xx iluminan y profieren la obra y figura de Edit Stein (1891-1942), ilustran como pocas la relevancia luminosa y trágica de la época que le toco vivir. Stein debiera ser una referencia de un mundo memorativo y enterizo, de aquella profecía del recuerdo.

Nunca estuvieron las plagas al margen de la historia, cuerpo y espíritu tentados en una descomposición, el espacio de experiencia de Stein, en un dialogo ininterrumpido con nuestra memoria, es un eje de transparencia dramático con el ángel de la humanidad.

Dice el testigo;

“Había una monja que me llamó inmediatamente la atención y a la que jamás he podido olvidar, a pesar de los muchos episodios repugnantes de los que fui testigo allí. Aquella mujer, con una sonrisa que no era una simple máscara, iluminaba y daba calor. Yo tuve la certeza de que me hallaba ante una persona verdaderamente grande. En una conversación dijo ella: “El mundo está hecho de contradicciones; en último término nada quedará de estas contradicciones. Sólo el gran amor permanecerá. ¿Cómo podría ser de otra manera?”

Edith Stein murió en las cámaras de gas de Auschwitz el 9 de agosto de 1942.

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