Recomendaciones para vivir: mis lecturas cercanas

Comparto lo que me ha emocionado, con la voluntad clara —y humilde— de que tal vez pueda emocionaros también

29 de diciembre de 2025 a las 10:06h
Una persona leyendo un libro.
Una persona leyendo un libro. MANU GARCÍA

Vivir

Si no es bisiesto,
un año se descompone
en trescientas sesenta y cinco zancadillas.
Por el contrario, una vida
se va —se fue— en un suspiro.
Lo que tarda en picar una cobra.
Lo que se toma una bala
en atravesar un naipe que es
en realidad una carta del Tarot.
La vida es haber eludido
tantos traspiés,
resbalar sobre el cartón satinado
y dejar de ser bípedo, un charco
de sangre que se va,
no de semen que viene.
Vivir es ensayar esa caída.

Antonio Rivero Taravillo

No podía hacer este balance personalísimo de mis momentos de intimidad (los que se dedican a la lectura lo son) sin recordar a mi admirado amigo Antonio Rivero Taravillo, al que todos extrañamos, y del que tanto se ha escrito y se escribirá. Es de justicia este pequeño homenaje, sin caer en la osadía de reseñar ninguna de sus obras aún, pues no es mi voluntad competir con los grandes que le rodean. Vaya mi cariño a su memoria y su valioso legado.

Y a vosotros, lectores respetados, os diré que esto no es una lista comercial, ni un canon, tampoco es un ajuste de cuentas con la actualidad, ni una carrera de novedades. Ninguno aquí es para mí, lejano, no son títulos complicados de encontrar, ni estos magos de la palabra están en un Olimpo inaccesible, y menos mal.

Esto que os ofrezco es, sencillamente, una forma de dar las gracias.

Termina un año extraño en lo personal, trepidante en lo laboral y de aprendizaje profundo. No, no ha habido tiempo para dedicarle, como habría necesitado, a la lectura. Pero me molesta esa excusa, y el tiempo se puede crear con amor, claro que sí, y es posible leer, como en mi caso, sin método y sin culpa. Por deseo, cercanía y por afecto. Y porque alguien me tendió un libro con una dedicatoria sincera, porque una autora o un autor al que admiro dejó caer su voz en mis manos. Son libros de amigos, de conocidos, de voces cercanas, libros que han llegado a mí desde el corazón. Sin caer en lo cursi del sentimentalismo tan proclive en estas fechas, es obvio que no pretendo sentar cátedra ni recomendar lo imprescindible. Comparto lo que me ha emocionado, con la voluntad clara —y humilde— de que tal vez pueda emocionaros también.
Nota: el orden responde al momento cronológico personal. Es mi criterio.

Otro caso de inseguridad — Patricia González López

Una maravilla. Reconocerme en muchos versos que duelen. Gracias a Cumbreño por regalarnos estas joyas en su editorial Liliputienses.

Nombrar la herida — Javier Bozalongo

Todo un acto de valentía. Un bálsamo de manos de un gran poeta.

Fragmentos — Javier Sánchez Menéndez

Leer a Javier es obligatorio para mí desde hace muchos años. Me obliga mi alma.

Un invierno en otoño — Antonio Rivero Taravillo

Siempre añoraremos la elegancia de Antonio. Aquí otra muestra de su escritura, deliciosa y bien construida. Ausencia imposible de llenar.

Los últimos pieles rojas — Juan José Téllez

Directo, coherente, emocionante, la voz de Téllez debida a sus lectores, a los que jamás falla. Gracias, Juanjo.

La gente — Felipe Benítez Reyes

Como siempre, da en el clavo. Nada que añadir, excepto que corran a buscarla.

Telegramas — Carmen Canet

Los aforismos son gotas de inteligencia cristalizadas. Y Carmen lo sabe. Se supera en cada nueva entrega.

Versos de ceniza — Mar Marchante

Hondura, madurez, dolor que se atraviesa y atraviesa. Ave Fénix. Pura Mar.

Antología (1991–2023) — Paloma Fernández Gomá

Más de treinta años de poesía de una poeta consagrada, referente, respetada y admirada. Gracias.

Sol y sombra — Mercedes Escolano

Premio de Poesía Ciudad de Salamanca. Mercedes ya no guarda silencio, y abre las alas con todo el esplendor de una de nuestras voces principales en la poesía española actual.

Lista de afectos, leídos y por leer siempre.

Y luego están los nombres —tantos nombres— que aparecen en los márgenes, que se cruzan en lecturas, encuentros, libros compartidos o palabras enviadas. Poetas que me acompañan:

Francisco J. Márquez, Sergio Moreno, Pepa Caro, Javier Gallego, Hilario Jiménez, Efi Cubero, Josefa Parra, Luis García Montero, Raquel Lanseros, Ángeles Mora, Marina Casado, Ricardo Castro, García Montero, Enrique Montiel, Cristina Ruíz Guerrero, Trinidad Gan, José Mateos, Mónica Manrique de Lara, Ricardo Virtanen, Elías Moro, Jesús M. Gómez y Flores, Pedro Sevilla, Mónica Doña, Isabel de Rueda, Ana Isabel Alvea, Benítez Ariza, Manuel Bernal, Ángeles Robles, Marichú Ruíz, Álvaro Hernando, Martín Lucía, Pepe Cercas, … y muchos más que me dejo en el tintero seguro.

¿Y editoriales? Libros del Aire, La Isla de Siltolá, Sonámbulos, Chamán, Juglar, Ediciones en Huída, y tantas casas amigas en las que tengo repartido el corazón.

Busquen estos títulos, estos nombres, invadan los buscadores, las librerías de barrio, pregunten, investiguen, cómprenlos por supuesto, ya que los editores deben vivir y pagar facturas, y acérquense a las personas que escriben que tienen más cerquita. No cuesta tanto, créanme.

A vivir, a leer. Feliz año 2026.

Patricia González López, Paloma Fernández Gomá, Ricardo de Castro, Mercedes Escolano, Jesús María Gómez y Flores, Antonio Rivero Taravillo, y tantos otros nombres queridos acompañan estas páginas como una constelación afectiva.

También importan los lugares donde la poesía se comparte y se cuida: Ítaca, Ráfagas. Destellos Literarios, Piedra del Molino.

Y con humildad, sigue su camino la segunda edición de Vuelo rasante, en Editorial Juglar.

Son recomendaciones personales. Hechas con toda la intención y la voluntad de que os emocionen igual que a mí.

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