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Algún día, que quizás no llegue nunca, te dedicarás a lo que te gusta de verdad. Porque tu eres artista: pintor, escultor, director de cine, escritor, cantante, bailarín, yo que sé..

Leyendo esta pregunta puedes pensar que se trata de algo sobrenatural que intenta moverte sin que tú sepas qué es. Más o menos es algo de otro mundo. Tranquilo, esto no va de miedo.

Te llamas Pepe, o Luis; o Juan; o mira, Eloy, como yo; quiero decir que tienes un nombre normal y un apellido normal, de persona normal, vamos. Porque eso es lo que eres, alguien que no nació en un palacio o en una familia de banqueros santanderinos que pueden abrirte muchas puertas. Puede que seas pintor de brocha gorda, matasanos, picapleitos, maestroscuela o marinero de agua dulce. Da igual lo que seas porque ese no eres tú, es un trabajo con el que te ganas la vida y punto; lo haces bien y a lo mejor hasta disfrutas con ello, pero sabes que es temporal. Algún día, que quizás no llegue nunca, te dedicarás a lo que te gusta de verdad. Porque tu eres artista: pintor, escultor, director de cine, escritor, cantante, bailarín, yo que sé... coreógrafo de ratones de bodega. Tantas cosas que somos y no somos pero que ahí está, encarcelado y tienes que sacar a pasear; normalmente de noche y lloviendo, en las condiciones más adversas.

Es una maldición y una bendición. A veces te gustaría tener un poquito menos de inquietudes porque ves que no sale o no llega, que le dedicas tus horas de sueño y a veces te dan ganas de tirar la toalla. Puede que lo dejes un tiempo, pero es un aura enquistada que rebosa y tienes que volver; a teclear, a mojar el pincel o a cantar en la ducha. Aunque sea para el éter. Con la mínima sensación de que liberar lo que llevas dentro forme parte del universo, sin pretensiones, simplemente que sea y que se cree. Porque tú eres un creador; el creador de tus mundos, un dios terrenal que va y viene.

Y de repente bajas al mundo real, ese que te interesa un poco menos que la fábrica de tu interior. Hay gente que te lo recuerda y por eso te quedas; un pequeñajo que te tira del pantalón, una persona a la que prometiste amor eterno, un amigo fiel de esos de cuatro patas al que ya toca darle una vuelta. Reclaman tu tiempo porque lo más seguro es que, aunque no te des cuenta, estás demasiado inmerso en tus cosas y ya es la hora de cenar; y la mesa sin poner; y tu creación sin acabar.

En cierto modo eres un genio. El mundo está lleno de genios no reconocidos que deben lidiar con preocupaciones demasiado mundanas que le distraen de su proceso creativo. O quién sabe, quizás sea ese contacto con el mundo el que te inspira, el roce con la calle el que propicie tu arte. Al final todo es desazón, porque ¿y si tu talento se desvanece cuando se convierta en tu trabajo? ¿llegarás a odiar tu destreza? ¿Y si tu habilidad buena era la de reponer estanterías en Carrefour y lo otro era un valor residual de tus acciones? No puedes ser ni genio incomprendido, porque no estás tan loco, sólo eres alguien que sabe hacer muy bien algo que sorprende a los demás. Si estuvieras loco sólo te dedicarías a eso y mandarías muy lejos tu vida. Pensándolo mejor, no eres un genio, pero algo te empuja a seguir. ¿Qué es?

Algún día, que quizás no llegue nunca, te dedicarás a lo que te gusta de verdad. Porque tu eres artista: pintor, escultor, director de cine, escritor, cantante, bailarín, yo que sé..

Sueñas con dar el paso, con dejar tu sustento para destinar tus esfuerzos a vivir de tus habilidades. Pero los sueños sueños son y la vida es un sueño, así que te conformas con que ese rayo que no cesa se abra camino como una estela en la mar. Pero, ¿qué te empuja? Es algo, no tiene nombre, porque no es superación ni desafío personal: es mágico.

Llegados a este punto no he respondido a la pregunta que planteo en el título. Es que no lo sé, no sé qué me empuja a mí a escribir, a dormir sólo cuatro horas porque me he acostado a las tantas para terminar un texto. A crear guiones porque sí que mando a productoras y grupos audiovisuales, obteniendo decenas de negativas. Pero otra vez ese empujón; seguro que me dicen que no, pero ahí va.

En el fondo siempre queda la esperanza y no se va a ir nunca, naciste con ello y nada ni nadie te lo va a arrebatar. Compondrás canciones con los golpes de un martillo neumático de la calle; dibujarás en la servilleta del bar; escribirás en la pasta de un cuaderno y bailarás al ritmo de una nana. Siempre.

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