Expertos de nada: de María Patiño a la caterva de opinadores

Patiño y la caterva de opinadores no tienen nada de eso. Ni costumbre, ni deporte, ni fuerza mental y, por supuesto, no van a coger un libro

jose (2)

Trabajador social en Fakali, Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas

Saray Montoya, en una imagen reciente en televisión.
Saray Montoya, en una imagen reciente en televisión.

El octavo mes del año tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Malas por ejemplo para aquellos que como yo, todavía no hemos alcanzado las tan ansiadas vacaciones en una ciudad sin playa, sin prácticamente piscinas más que algunas modernas donde van cuerpos esculturales en las que yo, por dignidad no entro. Una ciudad, como les decía donde las máximas alcanzan los 43°C sin despeinarse, que poco a poco su paleta cromática se ha ido tornando en gris, donde lo verde abunda allá por el Villamarín y las chicharras cantan por arribita, como en algunas comparsas. Visto así lo cierto y verdad es que agosto se convierte en poco llevadero. Todo ello sin recordar al virus, que sigue campando a sus anchas.

Así pues, poco más puede uno hacer más que leer en este mes de calor, chicharras, obras, calles cortadas y asfalto que hierve. Bueno, realmente además de leer, también podemos poner atención a los Juegos Olímpicos, que tantas cosas nos están dejando. Incluso podemos mezclar una cosa con otra; soltar el libro, encender la televisión y ver cómo se han ido preparando durante años estos hombres y mujeres para deleite de medio mundo. Disfrutar de cómo en velocidad las africanas continúan siendo verdaderas alumnas aventajadas, o de cómo nuestro equipo de baloncesto masculino a pesar de las vicisitudes se ha entregado en cuerpo y alma con un Pau que ha dado todo lo que tenía y más. Con estos Juegos podremos observar la sincronización perfecta en natación e incluso, podremos analizar cómo ciertamente, un músculo de gran importancia y que no se ve, es la mente. Que se lo pregunten a Simon Biles si es mentira. Sin embargo, parece que una parte del mundo se empecina en tener en estos deportistas de élite a sus particulares Super Man y Super Woman, sin pararse a pensar que son personas de carne y hueso, que pueden pasar por momentos de rabia, frustración, miedo, pánico, agobio…

Ahí aparecen los expertos de Youtube, Facebook y Twitter, que sumados a los gurús de los platós de televisión muestran su sabiduría y conocimiento al mundo sobre física cuántica, psicología, racismo, economía, política e incluso sobre el cambio climático, si es necesario. Lo mismo es que se aburren en este mes de agosto, tal cual yo y claro, sueltan por los dedos lo primero que se les pasa por la mente. En cualquier caso, ninguno estamos en el pellejo de Biles para opinar si realmente pasaba por una depresión y, por tanto, si no se sentía capaz de competir hasta el último día en el que consiguió una medalla de bronce ¿quién es la sociedad para hablar y elucubrar sobre posibles mentiras de la gimnasta? En todo caso deberíamos mirarnos hacia dentro y pensar en los efectos que tiene una enfermedad que todavía es un tabú, siendo silenciosa como es, pero sin una investigación y una inversión real. Así nos encontramos con un 10% de la población global con algún tipo de problema de salud mental y según la OMS, el 25% lo pasará en algún momento de su vida, siendo la depresión la segunda causa de carga de enfermedad y la principal causa de discapacidad  a nivel mundial.

Si de ello no se libra nadie, ni siquiera Biles o María Isabel, que ha anunciado su abandono de la música, como también lo hizo en su día Pastora Soler, que podemos sufrir estos problemas cualquiera de nosotros, personas de carne y hueso, ¿quiénes son los gurús de la prensa para quitarle hierro al asunto? ¿Cómo se atreven a decir que son patrañas? ¿Por qué cuando alguien cercano a nosotros dice sentirse abatido, sin ganas de nada no dejamos que se exprese y nos cerramos en los “anímate”, “sal”, “haz deporte”?

Lo naturalizamos todo y hemos aprendido a quitarle importancia a una enfermedad que se lleva vidas, no lo olvidemos. Constantemente nos encontramos con noticias sobre jóvenes que se han quitado la vida tras presentar evidentes problemas relacionados con la salud mental, y ello sí que debería convertirse en tendencia, pues hay que visibilizar el hecho de que por ejemplo en nuestro país, el sistema sanitario hace aguas cuando un adolescente presenta signos evidentes de depresión. Los protocolos sociales y sanitarios se eternizan, creyendo que con la medicación en el mejor de los casos se solucionará el problema. Es decir, pretenden que con tranquilizantes y derivados se solucionen cuestiones que van mucho más allá. Los problemas mentales no se solucionan – al menos siempre – con medicación o sólo con medicación, pero nuestro sistema, al igual que sucede por ejemplo con la salud bucodental, pretende extirpar el diente picado. Y a seguir andando-produciendo-malviviendo.

Los gurús televisivos sobre ello no opinan. Se quedan en la superficie y, si es posible se llenan los bolsillos creando opinión. Tenemos los casos —y no por salud mental directamente— como el de Ana Peleteiro, donde los expertos se debaten sobre la idoneidad de que una mujer negra haya representado a España y, lo que es peor, que además defienda con orgullo su negritud. Eso para la caterva de opinadores es imposible. También lo tenemos con María Patiño, que para condenar el caso de Saray Montoya tuvo que hacer mención a la cultura de la víctima. Era un momento perfecto para visibilizar la violencia que sufren las mujeres, a las que agreden porque ciertos hombres las ven como “el eslabón débil”, pero prefirió mezclarlo todo hasta que le salió un buen tuit racista y un par de tardes para hablar de clanes, reyertas, tal y cual. Por eso los gurús se quedan en la superficie, porque para profundizar están los libros y esos se cogen haciendo costumbre. Pasa lo mismo que con el deporte y la fuerza mental. Patiño y la caterva de opinadores no tienen nada de eso. Ni costumbre, ni deporte, ni fuerza mental y, por supuesto, no van a coger un libro.

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