Portada del último álbum de Maluma.
Portada del último álbum de Maluma.

Aunque lo que ahora me inquieta es conocer las razones del porqué los hombres somos consumidores de prostitución. Las dos posturas que hay en torno a la prostitución, abolición o regulación, me obligan a hacerme muchas preguntas. Hasta qué punto estamos ante un acto voluntario y libre de las mujeres, o cuánto de dominación, sometimiento, y cosificación hay en la prostitución.

Pero hay cuestiones que resultan evidentes, como que la mayoría de las mujeres que ejercen la prostitución son pobres y extranjeras de países con desigualdades sociales, la relación que existe entre capitalismo, como sistema que se sustenta en la explotación de las personas, y la prostitución, o el liberalismo que somete a las mujeres, al desempleo, o el empleo precario, con la sobrecarga de las tareas del hogar, y los cuidados, obligándolas a buscar una alternativa traumática y no deseaba, pero que en momentos se presenta como única para obtener el sustento.

Hasta qué punto podemos pedir a un estado de derecho que de cobertura legal a la explotación, dominación, el comercio sexual, la compra de sexo y placer, pasando incluso por encima de las propias necesidades y deseos de las mujeres. No se trata de  una cuestión moral, sino de protección o desprotección de los derechos humanos. Cómo es posible pretender legitimar un negocio que genera millones de euros, pero que oculta esclavitud, vulneración de derechos fundamentales, y tráfico de seres humanos.

No es la prostitución la consecuencia de una cultura patriarcal que siempre ha priorizado al hombre sobre la mujer, que entiende e identifica a los hombres como activos, fogosos, y necesitados de satisfacción, y a las mujeres sumisas, pasivas, y meras receptoras de las necesidades sexuales y del placer de los hombres. Un patriarcado que piensa que lo que es bueno para el hombre y su placer, es también bueno también para las mujeres, y para la humanidad. 

Qué nos diferencia a los hombres de las mujeres para que seamos nosotros los puteros. Para que consideremos y tratemos a las mujeres como objetos sexuales de usar y tirar, sin preocuparnos del daño causado. Acaso ellas no necesitan placer, no sienten, no están hechas como nosotros de carne y hueso...

Por qué recurrimos a la prostitución, si los puteros mayoritariamente tienen pareja, y pueden satisfacer sus necesidades sexuales. Tan irresistibles son nuestras pasiones como para hacer peligrar nuestras relaciones, y violentar por dinero, el cuerpo de las mujeres. En que especie de seres humanos nos hemos convertido. Lo más terrible que he leído recientemente es la opinión real de algunos hombres, que dicen que de no existir la prostitución se verían obligados a recurrir a violación, pues de alguna forma tiene el hombre tiene que satisfacer sus necesidades biológicas. Cuanto de menosprecio, egoísmo, y maldad hay en este pensamiento que se oculta en el razonamiento de muchos hombres puteros o no, que justifican la prostitución. 

En qué dosis ha influido la moral católica, en esta concepción del amor, el sexo, el placer, el matrimonio, y la procreación, para imponer en nuestras mentes límites, y maquiavélicas ideas, que por temor a perder nuestra imagen de hombre macho y masculino, nos impide pedir a nuestras parejas aquello que deseamos, y nos lleva a convertir en putas a aquellas mujeres que nos dicen lo que les gusta.

Algunos compañeros me argumentan que puede ser una cuestión de gustos, e incluso que hay psiquiatras que dicen que la prostitución cumple una importante función social y terapéutica. Pero me parecen razones con tan poco soporte argumental y de tan escasa moral, que solo logran soliviantar más mi conciencia.

Pienso que los motivos que nos llevan a ser unos puteros está en nuestra propia incapacidad para ser personas, en nuestra distrofia afectiva, la que nos hace no saber sentir, amar, amarnos, y exteriorizar lo que sentimos, sin tener vergüenza, de llorar, de aparecer vulnerables, y en definitiva de reconocernos como seres humanos con miedos, debilidades, virtudes, y muchos defectos. Somos contradictorios, presumimos de una moral que no tenemos, y unos principios en los que no creemos. Decimos una cosa, y hacemos la contraria. Afectiva y emocionalmente somos unos tarados. 

El patriarcado nos han construido en una masculinidad violenta y dominadora, donde las cuestiones que nos afectan, como nuestro obligado modelo de sexualidad, son prioritarias y dominantes sobre las necesidades de las mujeres

El patriarcado y el machismo nos han construido y educan en una masculinidad violenta y dominadora, donde las cuestiones que nos afectan, como nuestro obligado modelo de sexualidad, son prioritarias y dominantes sobre las necesidades de las mujeres, y de los demás. Nos enseñan a no pensar en las mujeres como personas e iguales, a hacerlo en la creencia de que nuestro placer es también el de ellas. Nos atraen las putas porque nos dicen lo que nos gusta escuchar, y no nos atrevemos a pedir, porque nos facilitan la humillación que necesitamos sin que nadie lo sepa. Cometemos con ellas los excesos y violencias, que ninguna mujer toleraría. El mundo de la violencia es un mundo sórdido, gris, y atormentado. Y la prostitución pertenece a él.

Nos han socializado de tal forma que no somos capaces de sentirnos hombres, sino es mediante el poder de dominar a las mujeres, y hacerlo mediante el insulto, el desprecio, y la superioridad, nos proporciona seguridad. No vemos ni reconocemos nuestra vacía y oscura realidad. Por eso usamos todos los argumentos para justificarnos, y justificar la prostitución. Realmente es placer lo que buscamos, con alguien por quien no sentimos el más mínimo afecto, ni empatía. Es acaso el placer algo que pueda comprarse en diez escasos minutos. Porqué lo hacemos.

En tanto que los hombres no nos repensemos como hombres, y rebelemos contra nuestra masculinidad, y el sistema patriarcal que la posibilita, modificando nuestros comportamientos y nuestra forma de entendernos, de entender la vida, las relaciones, y a los seres humanos, que no tienen porque encajar en nuestro retrogrado y equivocado modelo binario. En tanto que no reconozcamos cuanto nos equivocamos, el daño que causamos, y todo lo que tenemos que rectificar, no seremos capaces de dejar de ser puteros para de esta forma,  acabar con este cruel mundo del negocio del sexo, y la explotación de las mujeres. Pero solo lo conseguiremos con voluntad, determinación, paciencia, humildad, lucha, compromiso, empatía, y educación. Y hasta que eso ocurra, habrá que proteger a las mujeres que ejercen la prostitución, señalar, perseguir, y castigar a los puteros.

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