nethsaucedohombrefeminista
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Si los hombres no me entienden. Si mi lucha no transciende, y ni tan siquiera  es tomada en serio por los de mi género. Si me ven como alguien anacrónico, raro y confundido. Si tampoco es bien vista, y esto lo entiendo, por muchas mujeres feministas, que me llaman “machito”. Si todo son pérdidas, risas, y desprestigio en mi condición de” hombre”. Si hasta mi familia me dice que soy mu pesao con esto de la igualdad. Por qué sigo entonces insistiendo en esta reivindicación de promover el cambio de los hombres hacía posiciones igualitarias. Por qué persisto en la idea de llamarme hombre feminista, lo que para muchos hombres es como mentarles al diablo.

Porque viene el fascismo a pasos de gigante y se cuela por las rendijas de nuestras miserias. Porque Trump, Macri, Bolsonaro, son fascistas, xenófobos, racistas, pero también son hombres patriarcales y machistas, y sus políticas desprecian y maltratan a las mujeres. Porque están desmontando nuestras ilusiones, quitándonos las ganas, y si lo permitimos nos robaran el alma.

Porque el feminismo es de de barrio obrero, clase trabajadora, de izquierdas, y de progreso. Porque nací y me crié en el barrio rojo por excelencia de mi ciudad, junto a la plaza del Pumarejo, donde el fascismo sepultó la alegría, y lleno de sangre, miedo y silencio calles, plazas, y casas. Dejándonos la tristeza, el castigo de dios, y los domingos de misa.

Porque la derecha siempre ha sido ultraderecha y nunca derecha. Porque la libertad, y los derechos humanos, les quema como el agua hirviendo. Una derecha fascista de hombres de pelo en pecho y bandera, heredera de criminales de guerra y torturadores, que odia a los pobres, ridiculiza a los homosexuales, encarcela a los inmigrantes, y humilla a las mujeres. Esa que con aceite de ricino les rapaba la cabeza, violaba y paseaba por las calles, para vergüenza, terror y  miedo.

La derecha que condenó a la humillación y al estigma a cientos de miles de niñas pobres, obligándolas a llevar un distintivo uniforme, y a entrar por la puerta de atrás de los colegios. La de la sección femenina, el cara al sol, la esposa, madre dulce y perfecta. La de los señoritos vagos y maleantes que maltrataron y abusaron de las mujeres en nuestros pueblos. La derecha de las sirvientas de cofia y uniforme.

Una derecha que vinculó a la mujer con el menor y el demente, negándoles el pan, la vida, y los derechos más básicos y elementales de las personas. Esos que se vinculan con la dignidad.

Por eso lucho, y sigo, porque creo que el feminismo en un movimiento que excede la igualdad entre los géneros, y propone un mundo diferente, donde el capital, la violencia y los privilegios dejen de ser los referentes que todo lo gobiernan. Un mundo sin jerarquías, ni clases sociales. Un mundo sin racismo, machismo, homofobia, transfobia., ni tantas discriminaciones. Un mundo ecologista, un mundo en paz.

Y esto solo puede venir con el impulso y liderazgo de las mujeres, los hombres ya hemos demostrado con creces nuestro fracaso e incapacidad para gobernar este mundo. Guerras, violencias, injusticias, hambre, violaciones, y pobreza es nuestro  currículum y carta de presentación.

Es tiempo de abandonar el egoísmo y la miseria, de ser honesto, tener altura de miras, y dar paso a la otra mitad del mundo, la que de verdad lo mueve, la que ha demostrado y evidencia su fuerza, inteligencia y amabilidad para diseñar un futuro digno para todas las personas.

Porque eso merece tanto la pena seguir siendo un hombre feminista. Por eso intento que muchos hombres lo sean. No es posible que esté equivocado.

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