¿Por qué la derecha se divide menos que la izquierda?

La unidad de la izquierda ha de ser siempre una tarea cooperativa de múltiples actores sociales sobre la base de una racionalidad tan compleja e innovadora como amable y empática

Alberto Núñez Feijóo, líder del PP.
Alberto Núñez Feijóo, líder del PP.

Esta pregunta es recurrente y responde a una experiencia histórica confirmada por los datos profusamente. Se suelen aducir tres tipos de explicaciones causales. Una es el pragmatismo de los intereses que gobiernan a las derechas frente a los ideales que rigen a izquierda. Otra posible explicación son los objetivos mesurables de la derecha, normalmente económicos, en oposición a los objetivos  inconmensurables, de naturaleza moral de la izquierda. Una tercera respuesta es el mayor peso de la racionalidad en la ideología de la derecha en contraste con la irracionalidad, utopismo, de la que se nutren las ideologías de izquierda.

Estos tres modelos causales inciden en la motivación ideológica y moral, distorsiones en el cálculo y errores epistémicos. Pero los tres adolecen de una descripción analítica que describa la mecánica de la coordinación política por encima de las diferencias ideológicas motivacionales o epistémicas. Es decir son explicaciones morales, ideológicas, epistémicas ante un fenómeno que no es esencialmente ni moral ni ideológico, ni epistémico sino material y mecánico.

Las tres causas señaladas no explican nada sino que son tres efectos que necesitan ellos mismos que ser explicados. La causa central de esta mayor propensión de la izquierda hacia la división es la diferencia de complejidad de lo operadores sociales que financian la creación de las partidos, empresas políticas de derecha e izquierda. La financiación actúa como un dispositivo de selección natural de entre las ofertas espontáneas ideológicas disponibles en el mercado libre. Por financiación hay que entender capacitación material, algo que va mucho más allá de la simple transferencia monetaria. Y que incluye medios de comunicacion, asesoramiento técnico, lobby, etc.

Mientras que la derecha es un producto de las élites económicas altamente operativas, la izquierda es el resultado de la inteligencia colectiva. En la derecha el abordaje de la complejidad es por reducción y concentración, en la izquierda lo es por extensión y difusión. Se trata de dos manejos opuestos y complementarios ambos de la complejidad: disminución de la complejidad (derecha) o aumento de la complejidad (izquierda). La vida social consiste en una constante tensión entre aumento y disminución de la complejidad.

Esto explica por qué la izquierda es mucho más imaginativa, innovadora y creativa, y la derecha es más eficaz y resolutiva desde un punto de vista epistémico en la mecánica de los actores políticos. Si los operadores que seleccionan a las empresas políticas de la derecha esta gobernadas por la democracia de las sociedades anónimas, la selección de las empresas políticas en la izquierda se comanda por la democracia de la asamblea de las multitudes. Esto también explicaría porqué el populismo de derechas es tan peligroso pues introduce complejidad aleatoria en un maquina diseñada para la eficacia y el populismo de izquierda tan movilizador pues, reduce complejidad sobrante en el ejercicio de la inteligencia de las masas.

En definitiva mi tesis es algo tan simple como que quien paga manda y los pagadores de la derecha y de la izquierda son actores de naturaleza y complejidad distintos. Asumir esta explicación analítica sobre la mayor propensión de la izquierda a la división es sesntar las basas materiales y racionales para construir la unidad de la izquierda y dejarnos de jeremiadas morales o de maldiciones siniestras a las que estaríamos fatalmente condenados.

La unidad de la izquierda ha de ser siempre una tarea cooperativa de múltiples actores sociales sobre la base de una racionalidad tan compleja e innovadora como amable y empática.

No debemos olvidar ahora que la izquierda española se empeña y es necesario que así sea, en ser construida por medio de la operación algebraica más intuitivamente simple: la suma que bajo esta simpleza se esconde la enorme complejidad de las reglas de construcción de los factores sumados y de la operaciones de reducción logarítmica. “Quién” es “quién” y cómo los “qué” se reducen y traducen en “quienes”, esta es la cuestión como en la conjetura de Collatz de la que hace unos meses hablábamos.

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