Ovación a Plácido Domingo en su regreso a los escenarios madrileños. El aplauso del machismo.
Ovación a Plácido Domingo en su regreso a los escenarios madrileños. El aplauso del machismo.

El unánime aplauso de casi ocho minutos dado recientemente a un reconocido cantante de ópera en Madrid tiene muchos significados, porque no es del reconocimiento al mérito y experiencia profesional de lo que se trata, sino que encierra mensajes ocultos, la mayoría de ellos perversos y negativos para la convivencia.

Porque el reconocido tenor es un octogenario machista confeso, que sirviéndose del poder que le daba su posición abusó sexualmente durante años, de mujeres que en su momento no pudieron denunciar por temor a que la sociedad las reprobará y sus carreras profesionales terminasen para siempre.

Es la violencia y tiranía en el ejercicio del poder que los hombres y el machismo históricamente venimos ejerciendo sobre las mujeres, y que únicamente la valentía y la movilización del feminismo está consiguiendo sacar a la luz, mostrándonos a todos y todas una realidad sabida, sospechada, tolerada, bien vista y aceptada por una sociedad que solo atiende a las razones masculinas y ridiculiza y margina todo lo femenino que se salga del patrón de comportamientos que los hombres hemos diseñado para las mujeres.

El aplauso a Plácido Domingo es el aplauso del Patriarcado, un patriarcado al que ni siquiera el escalofriante número de mujeres asesinadas recientemente en nuestro país provoca reparos y vergüenzas como para ser humilde y prudente.

Es el aplauso de la indignidad y la desvergüenza, del desprecio más absoluto a los derechos de las mujeres y el reconocimiento de las víctimas. La confirmación de que al mundo masculino de los hombres la seguridad y la vida de las mujeres le importan muy poco.

El aplauso es también un evidente mensaje a la sociedad y al feminismo, diciéndoles que es lo que siguen pensando los hombres, quienes son los que mandan, y cuál su opinión de las denuncias, demandas y reivindicaciones de las mujeres.

Es también una demostración más de la humillante indignidad de nuestro género masculino, insensible ante el sufrimiento, las desigualdades y el dolor.

Es la puesta en valor y empoderamiento de la masculinidad más despreciable, y el vil señalamiento de la maldad e irresponsabilidad de las mujeres. El discurso a los hombres, a los jóvenes y a la sociedad sobre el concepto que hemos de tener de las mujeres, objetos de uso y placer de los hombres.

El aplauso a este despreciable individuo nos dice cuanto tenemos que cambiar los hombres para que algún día podamos vivir con dignidad y la cabeza alta en una sociedad justa entre mujeres y hombres. La evidencia de la necesidad de abolir un sistema patriarcal y una masculinidad violenta, insegura, narcisista, tóxica y dañina.

Escribo sobre este aplauso en un día donde los grises y el dolor lo llenan todo, la empatía y la compasión no alcanzan a imaginar la realidad y en el que con crudeza siento vergüenza  y tristeza de ser hombre.

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído