Imagen de Toledo. Al ras del cielo.
Imagen de Toledo. Al ras del cielo.

Escribo desde la terraza de una casa típica toledana, en la que me hospedo desde hace unos días. Esta es mi última noche en 'la ciudad de los tres reinos', así se la conoce desde hace siglos y ahora entiendo que no es casual y que el vino que reposa en mi copa haya sido etiquetado con el mismo nombre. 

Miro al cielo y aún sabiendo que es el mismo en todas partes, ¡qué bonito luce sobre los tejados de Toledo! Estos días como todo visitante, he dedicado gran parte de mi tiempo al encanto de caminar por sus empedradas y empinadas calles, peculiaridad que sin duda las vislumbra a mis ojos aún más hermosas. He de confesar que durante estos paseos, un inesperado dolor de cuello me ha acompañado durante la contemplación de la ciudad. Pero no olvidemos que lo bueno casi siempre requiere sacrificio y, de paso, afirmo que la cosas más bellas que mis ojos vieron no fueron halladas al ras del suelo. 

Soy de la opinión de que el cuello debería dolernos de vez en cuando; la tierra es hermosa (si la cuidamos lo será aún más) pero os invito a alzar la mirada y contemplar aquello que se encuentra en la distancia que separa a la tierra del cielo. Pensemos el motivo por el cual las aves habitan felices en ese espacio, vuelan sintiéndose libres, dichosas, cantarinas y sólo permanecen en tierra para nutrirse de alimentos. Procrean en las ramas más altas de los árboles, en los tejados, en los campanarios y tal vez lo hagan al azar pero, ¡no hay lugares más maravillosos que los que estas escogen para construir sus nidos!

Mira hacia arriba, comprueba la no soledad del cielo. Puede que durante un día o dos el cuello duela, pero será un dolor placentero y sanatorio. Evocarás recuerdos, imágenes y entenderás que recordar no tiene porque ser algo que lleve a la tristeza. 

Deja de mirar a tus zapatos mientras caminas, o a tus pies si has decidido hacer el camino descalzo. No mires al frente pues es lo más fácil y cómodo. Observa todo aquello que está por encima de tu cabeza y de ti mismo, aspira siempre a lo más alto, porque es allí donde los eruditos, artistas y sabios descubrieron hace mucho, que lo mejor de esta vida está en alcanzar todo aquello que no se vé de un simple vistazo. Por ello elevaron cúpulas hasta el cielo, construyeron las torres más hermosas pero también las más elevadas. Utilizaron los ornamentos más ricos y vistosos sabeedores de que los capaces de ver más allá, serán dignos de comtemplar lo que depositaron en las alturas. Ahí arriba hay mucho más que Dios y el cielo, he tardado demasiado en descubrirlo. 

La ciudad se despide de mí y yo no de ella. Lo hace envolviendo en nubes grises las torres de su catedral. Es un velo que las abraza cariñosamente, arropándolas en la calma. La antigua urbe aproxima a mí y me hace entrega, de un cielo despejado y teñido del celeste más intenso. Dos hemosas imágenes escogidas para decirme un “Hasta luego”. Me complace pensar ¿Por qué no? que tal vez el Greco pintó al amanecer este Toledo para mí. La luna ha querido despedirse y ahora también se oye el canto de la pequeña cigarra.

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