Hay un momento en la vida en que toda persona de buen corazón, te das cuenta de lo que de verdad importa. ¿Y qué es lo que de verdad importa? La salud y el amor en todas sus formas, de eso no me cabe duda.
Sin embargo, si lo pensamos, tanto en la salud como en el amor influye nuestro comportamiento, el tiempo que le dediquemos a los mismos y como cuidemos de ellos; pero también es cierto que habrá veces en que por mucho que nos esforcemos en estar los más sanos posibles y en dar todo nuestro amor y cariño para recibir lo mismo, existen factores y situaciones externas que hacen que irremediablemente no consigamos estar satisfechos con la salud y con el amor que nos rodea.
“La salud y el amor hay que cuidarlos”, se dice continuamente, pero cuando lo hacemos y no hallamos en ello el resultado que buscamos, lo pasamos mal, muy mal.
La familia es una parte muy importante en nuestras vidas para que nos sintamos queridos y amados, aunque es una inmensa verdad que esta afirmación es algo que nos han inculcado y hemos asimilado como tal, pero, ¿qué opinan del pensamiento de que la familia no se escoge, pero los amigos sí?
En mi opinión, esta frase es usada por el ser humano a su antojo. Una familia es un grupo de personas que tienen tu misma sangre, genes y otras cosas en común que se encarga de estudiar la ciencia, no yo, ni vosotros que me estáis leyendo (a menos que te dediques a la ciencia, medicina, etc.).
Desde que nacemos convivimos y tenemos más relación con estas personas porque, entre otras cosas, desde sus orígenes, el ser humano se dio cuenta de que le era más fácil sobrevivir si lo hacía en grupo que en solitario (explicación grosso modo por la cual se crearon las tribus, clanes y familias).
Pero no debemos olvidar que todos estos grupos sociales son personas que tienen virtudes pero también defectos, que pueden ser afines a ti o menos afines, que sienten y actúan según su condición humana y que como humanos pueden tener aciertos, pero también cometer errores y los errores pueden llegar a salpicar a los que les rodea e incluso hacerles daño.
Así que razonando todo esto, independientemente de que una persona pertenezca a tu familia, tu tribu o grupo social, no siempre tienes la obligación de quererla, de amarla o de querer que forme parte de tu vida. Tenemos que darnos cuenta de que las relaciones sociales e incluso la familia son importantes para nosotros, pero siempre y cuando no te hagan daño y se vuelvan perjudiciales para nuestra salud mental y bienestar (no tóxicas si prefieres usar esta palabreja).
A todos nos sucede alguna vez que tenemos sentimientos encontrados con respecto a la relación que mantenemos con alguien, esta sensación puede ser temporal en el tiempo o duradera dependiendo de las circunstancias que nos hayan llevado a este estado. También puede ocurrir que lo que ha acontecido para encontrarnos en esta situación no haya sido ocasionado por nosotros lo que hace que nos sintamos además de frustrados de estar inmersos en una situación absurda y de la cual no sabemos o podemos salir.
En este último caso solo nos queda dar pasos, caminar y dejar atrás aquello que nos ha estado bloqueando durante tanto tiempo, llamar a puertas que se hayan podido cerrar y dejarlas abiertas a través de la exposición de nuestros sentimientos. A veces no hay que vivir en el pasado ni buscar la causa de lo que te ha llevado a dónde estás, si de verdad tienes necesidad de cambiar las cosas llama y cruza la puerta mostrándote tal cual eres sin ningún tipo de lastres como son el resentimiento, el rencor, el miedo y el egoísmo.
Hay un momento en que parece que nuestra vida se detiene y se crea un breve paréntesis donde se te da la oportunidad de reflexionar y darte cuenta de si realmente estás donde estás y con quién quieres estar. No dejes que esa oportunidad pase de largo por más tiempo, no eres un árbol y tienes la capacidad de caminar y dirigir tu rumbo hacia donde desees.
Puedes y debes elegir de quién rodearte y con quién quieres acompañarte. Piensa que tal vez no seas capaz de hallar de nuevo esa pausa durante el resto del trayecto y recuerda que solo debes rescatar lo que te aporte bienestar y a quienes sientes que de verdad sumaran. Que tu esfuerzo sea en sumar alegrías y únicamente en restar dolor.



