Para todos y de todos

No privemos por ello a un niño de su libertad de ser feliz una vez al año, es tan fácil como dejar a un lado por unos días algunos comentarios y bromas (al menos delante de ellos)

Una cabalgata de Reyes Magos.
Una cabalgata de Reyes Magos. MANU GARCÍA

“Ya vienen los Reyes Magos, ya vienen los Reyes Magos, caminito de Belén…”, y con ellos las ilusiones de miles de niños de España que se renuevan desde hace siglos cada noche del 5 de enero. Tampoco creo que me equivoque si digo que se despierta el entusiasmo de los que ya no somos tan niños. Es conocido por todos, cristianos o no cristianos, de dónde proviene esta tradición llena de magia. Tres Reyes Magos fueron guiados por una estrella hasta Belén para conocer al niño Jesús (el hijo de Dios) y le obsequiaron con mirra, incienso y oro. Pero igual quien me lea pueda pensar que me he adelantado demasiado y que antes llega la visita de Santa Claus, Papá Noel o San Nicolás, que en los últimos años en muchos hogares también hace acto de presencia antes que sus Majestades los Reyes.

Por casa no suele pasar por tradición y ¡porque los Reyes son tres! Pero ante todo no olvidemos que la ilusión que trae la llegada de todos estos personajes es lo más importante y a tener en cuenta. Aunque aquí en el sur nos visitan sobre todo ellos cuatro, en algunas provincias y comunidades de nuestro país, El Tió de Nadal, El Olentzero o El Apalpador, entre otros, no faltan a su cita de repartir magia, sonrisas, regalos e ilusiones. 

Recuerdo la duermevela la noche antes de la llegada de los magos de Oriente a casa, mi hermana y yo en la habitación, conscientes de que la una y la otra estábamos despiertas, pero muy calladas, sin decir nada por temor a que Sus Majestades lo descubriesen. Aquella noche aguantábamos hasta las ganas de ir al baño, pero finalmente el sueño vencía y llegaba el esperado amanecer precedido del jolgorio y el entusiasmo de abrir los regalos. Y aunque los tiempos han cambiado, la inocencia de los más pequeños, el entusiasmo y la magia de la mañana de Reyes sigue siendo la misma. Pero no puedo obviar que sí que hubo algunos cambios, las tecnologías y redes sociales son las “culpables” de estas notorias diferencias.

Cuando se acercan estas celebraciones, los teléfonos y las redes se inundan del conocido fenómeno meme, y aunque todos reconocemos que en ocasiones nos unimos a la cadena de reenvíos y que nos reímos con un buen meme, esto como todo lo que no es controlado, puede desembocar de la risa al llanto y lo peor a la falta de creencia y entusiasmo.

Un niño con siete años ya sabe leer, y con seis está empezando a hacerlo. Por otro lado, a esa misma edad y también a los cuatro años, es capaz de entrar en aplicaciones y redes sociales que se encuentre en un teléfono móvil sin claves de acceso. El control sobre esto está en el adulto responsable del menor, pero esta afirmación es algo que he visto con mis propios ojos a pesar de no tener hijos. Con todo esto quiero invitar a reflexionar sobre los límites de nuestras acciones y sobre todo en determinados temas, cuestiones y fechas señalas del calendario. No me refiero solo a los memes, chistes y frases ingeniosas que tienen el bendito objetivo de sacarnos una sonrisa a veces tan necesaria.

Aunque, sin quererlo y en un minuto, pueden arrebatar la ilusión de un niño que, hasta el momento en que tomó el teléfono de su madre, creía que esa persona mágica que entraba en su casa a dejarle regalos existía ¿Podéis imaginar la decepción? ¿Recuerdas esa sensación que tuviste aquel año en el que ya tu ilusión se había esfumado? Un vacío difícil de llenar y que, en mi caso, solo fue reparado viviendo de nuevo la ilusión a través de la mirada de otros niños que aún creen que existen personas llenas de magia.    

Aunque todos tenemos libertad para actuar como queramos, recuerda la conocida frase dicha por Jean-Paul Sartre: “Mi libertad se termina dónde empieza la de los demás”. No privemos por ello a un niño de su libertad de ser feliz una vez al año, es tan fácil como dejar a un lado por unos días algunos comentarios y bromas (al menos delante de ellos). Dejemos los desacuerdos por temas religiosos, enterremos la intolerancia y la falta de respeto que nada tienen que ver con desear disfrutar de una tradición que llena de calidez y felicidad de aquellos en los que en ella creen o simplemente les entusiasma. 

Tenemos once meses al año para debatir sobre nuestras creencias, sobre lo que es el respeto y sobre la libertad —por cierto, San Nicolás o Papá Noel también es una tradición cristiana, originaria de las buenas acciones del sacerdote San Nicolás de Bari con los necesitados— pero insisto, lo importante no es eso, sino los valores y sentimientos que esta y otras tradiciones nos dan. Los Reyes Magos de Oriente llegan al pueblo donde vivo cada 5 de enero en helicóptero, para saludar a los niños y prepararlo todo. La leyenda cuenta que llegaron en camellos, pero jamás se me ocurrió cuestionármelo ni sé de ningún niño que lo hiciera. Demasiado ocupados en conocer a Sus Majestades, coger caramelos y soñar con los juguetes que les hemos pedido en nuestras cartas.

Es en ti la ilusión de cada día (Pablo Neruda).

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