No te olvides

Educa a tus hijos para no ser cómplices de estos malhechores y para no tener miedo a denunciar estas graves situaciones

26 de octubre de 2025 a las 08:26h
Un pequeño altar improvisado en el bloque donde vivía Sandra Peña.
Un pequeño altar improvisado en el bloque donde vivía Sandra Peña. JOSÉ MANUEL VIDAL / EFE

Ayer en la tarde entré en la red social TikTok después de meses sin asomarme a la misma, el motivo fue ver el impacto social que ha tenido el horrible final de la adolescente Sandra. No pude contener las emociones: tristeza, indignación, angustia, impotencia y miedo. Sentí miedo al ver que en el siglo en que estamos aún la mayoría de las personas no se dan cuenta de que los niños y ancianos son intocables y que la educación es la cura de todos los males. Educar en casa, porque en la escuela se enseña, no se educa. 

Impotencia y miedo de nuevo cuando vi un video de una de las presuntas acosadoras de Sandra diciendo que estaban pasando unos días muy malos, sin parar de llorar y que no estaba dispuesta a seguir así. Su familia y su pareja le apoyaban, aseguraba. ¡Qué lástima! ¡Cuánta infelicidad tiene que estar viviendo esa joven para no tener remordimientos siquiera de lo que hizo! De nuevo, ¡qué miedo ante la educación que esos padres han demostrado dar a esa joven! Y lo que están demostrando, apoyando y dando palmadas en la espalda a las actuaciones de su hija que han provocado la muerte de otra joven.  Esto último no es que lo diga yo, la propia investigada lo proclama en redes sociales: “Mis padres y mi pareja me apoyan”

Es para tener miedo de ver en lo que nos hemos convertido y del gran fracaso en la educación de nuestros niños y jóvenes que son el futuro de este país, fracaso de los dirigentes, de los padres y también dicho sea de paso de la justicia y de las leyes del menor. La sobreprotección se ha convertido en un arma que usan los sobreprotegidos para hacer el mal y destruir la vida de los demás. Las redes sociales son un arma inmaterial pero primordial para ello. Esto es lo que sucede cuando la tecnología digital y las redes sociales se ponen en manos de menores y no hay control ni legislación al respecto. El precio que estamos pagando por no actuar y educar es demasiado alto, la vida es irremplazable y ningún niño ni joven va a sufrir ningún trauma por decirle no e imponerle normas básicas de educación y comportamiento.

Por si a alguien se le pasa por la cabeza, no estoy juzgando para nada a los padres de las víctimas de bullying ni a los de Sandra, sino a los progenitores de esos jóvenes que acosan y destrozan la vida a los demás. Los padres deben de saber qué hacen sus hijos dentro de casa y en los centros educativos y, si no lo saben, son unos irresponsables y deben asumir las consecuencias de serlo. La ley debe caer en los responsables de los menores acosadores cuando se demuestre que son sabedores y consentidores del comportamiento de sus hijos. En esto último pueden estar de acuerdo o no, pero es lo que pienso y es algo indiscutible para mí.

Los centros educativos deben tomar medidas y ser una herramienta mayor de la que usan estos menores para acosar a sus compañeros. No se debe proteger a los alumnos indisciplinados, apartándolos del resto, pero poniéndoles facilidades para que sigan con su educación. Me da igual que se trate de un menor, la expulsión ha de ser inmediata y debe estar respaldada por la ley. Formaciones de comportamiento y convivencia obligatorias no solo para los alumnos, también para los padres en cada trimestre educativo. El estar trabajando no es excusa, no haber tenido hijos si no puede implicarse en la educación de los hijos. Como en muchos aspectos de nuestra sociedad, hay que hacer muchas reformas y reformular, crear nuevas leyes para estos graves problemas y priorizar la importancia de los mismos. No hace falta que mencione el total desprecio que siento por las personas tanto que provocan como respaldan y consienten el acoso escolar y en cualquier ámbito social. El caso de Sandra debe ser la gota que colme el vaso y servir para como sus padres piden esta tragedia no vuelva a repetirse. Que todo el peso de la ley caiga sobre las responsables de que esta joven no se encuentre ya entre nosotros y no olviden que en el bullying hay muchos responsables directos aparte de las acosadoras, y la el peso de la ley también debe caer sobre estos. 

Los centros educativos deben tomar medidas y ser una herramienta mayor de la que usan estos menores para acosar a sus compañeros. No se debe proteger a los alumnos indisciplinados, apartándolos del resto, pero poniéndoles facilidades para que sigan con su educación. Me da igual que se trate de un menor, la expulsión ha de ser inmediata y debe estar respaldada por la ley. Formaciones de comportamiento y convivencia obligatorias no solo para los alumnos, sino también para los padres en cada trimestre del año. El estar trabajando no es excusa, no haber tenido hijos si no pueden implicarse en la educación de los mismos. Como en muchos aspectos de nuestra sociedad, hay que hacer muchas reformas, reconstruir y crear nuevas leyes para estos graves problemas y priorizar la importancia de los mismos. No hace falta que mencione el total desprecio que siento por las personas que provocan, respaldan y consienten el acoso escolar y en cualquier ámbito social. El caso de Sandra debe ser la gota que colme el vaso y servir para lo que piden sus padres: que esta tragedia no vuelva a repetirse. Que todo el peso de la ley caiga sobre las responsables de que esta joven no se encuentre ya entre nosotros.  Y muy importante, no olviden que en el bullying hay muchos responsables directos, además de las acosadoras, y que el peso de la ley también debe caer sobre estos. 

Estos días se habló mucho del bullying, de Sandra y de otros centenares de víctimas de toda España y parece además que se han destapado otros casos terroríficos de bullying. En este mismo diario hoy, cuando les escribo, se ha dado a conocer el caso de una joven en el municipio de Jerez donde su acosador le ha dejado por escrito “Hazte un Sandra calva” invitando y deseando a su víctima a que llegue al extremo de suicidarse; si esto es una alarma social no sé qué vamos a necesitar para actuar de una vez por todas y darnos cuenta de que la educación es la cura para esta sociedad que hemos llevado al estado de podredumbre entre todos. Que nadie se lave las manos ni se exime de culpa, porque entonces seguiremos sin funcionar y sin hacer las cosas correctamente.

Por último, invito y recuerdo a los lectores que el próximo martes 28 hay convocada una huelga por los estudiantes para expresar su rechazo y para pedir medidas y justicia para las víctimas del bullying. Debemos apoyar presencialmente este llamamiento, también los distintos sectores sociales haciendo acto de presencia. Esta iniciativa puede ser el principio del cambio que necesitamos. Hay llamamientos para esta huelga y manifestaciones en todas las capitales de provincia; en Cádiz será en la plaza del ayuntamiento a las doce del mediodía. Pero, sobre todo, denuncia cualquier comportamiento que haga daño a cualquier persona. Educa a tus hijos para no ser cómplices de estos malhechores y para no tener miedo a denunciar estas graves situaciones. Hoy, con mi columna, solo he pretendido ser apoyo para la familia de Sandra y de cientos de jóvenes que sufren y han padecido esta forma de maltrato. He querido colaborar en aquello que pidieron públicamente estos desolados padres, que nadie se olvide de su hija y de ninguna de las víctimas mortales del acoso. 

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