Para insensibles

Ahora, 102 años después, la editorial de Agatha Christie decide reeditar sus obras suprimiendo incluso párrafos enteros

Agatha Christie.
Agatha Christie.

Según consta en su biografía, comenzó a escribir debido al aburrimiento que le produjo la enfermedad de la gripe. El primer consejo que le dieron para ser una gran escritora cuando era niña fue el de dejar que los personajes hablasen por sí mismos y no dar explicaciones al lector de aquello que quería transmitir a través de ellos.  Fue un amigo de su familia quien la instruyó cuando le envió el manuscrito de su primera novela aun siendo una niña. Que lo juzgue quien lo lea, le insistió esta persona en la que la escritora confió. Y ahora 102 años después, la editorial de la novelista decide reeditar sus obras suprimiendo incluso párrafos enteros y privando a unos lectores que parecen haberse mostrado “insensibles” durante décadas al disfrutar de la inigualable y generosa pluma de la escritora en toda su esencia. 

Consideran que comentarios sobre el aspecto físico de los personajes (soberbias descripciones de las que hemos disfrutado los “lectores no tan sensibles” de la escritora), deben ser suprimidos de los libros de la novelista más vendida de todos los tiempos y más traducida del planeta. Después de un siglo disfrutando de intrigas, misterios e imaginando poder estar en el lugar del detective Hércules Poirot, lo que pasará a comentarse sobre las obras de la reina del misterio será “su trabajo fue reeditado para no herir sensibilidades”. 

El primer cuento que leí de niña fue Caperucita roja y el recuerdo que tengo sobre esa historia donde uno de los protagonistas es un fiero lobo, muy lejos de herir mi sensibilidad o perturbarme, es uno de los más entrañables que tengo de la infancia. Hamsel y Gretel fueron metidos en el horno de una malvada bruja y, sin embargo, los que aún seguimos recordando esa historia y al referirla, lo que nos pasa por la mente es el deseo de encontrar esa casa de chocolate y dulces en medio de un frondoso bosque. Mi generación ha crecido con los maravillosos valores de respetar a los animales, al prójimo y otras muchas lecciones esenciales que también aprendimos no solo de la mano de hermosas princesas.  ero les aseguro que, ¡sin ningún miedo a las brujas que tantas veces han sido protagonistas de nuestros cuentos preferidos! ¡Qué distintas hubieran sido nuestras vidas sin las historias creadas por Charles Perrault y los Hermanos Grimm! Tengamos la esperanza de que no caigan en las manos de algún editor que quiera sobresalir por su ternura y que, acompañado de un comité de lectores sensibles, sigan destruyendo gran parte de lo que nos queda de la historia universal de más de medio mundo. Porque sin literatura no hay historia y sin esta no hay literatura. 

Agatha Christie escribió su primera novela El misterioso caso de Styles durante la Primera Guerra Mundial mientras desempeñaba la labor de enfermera. Creo que en medio de aquella trágica situación no pudo demostrar mayor sensibilidad y amor por el oficio de la escritura. Toda una manifestación del ferviente deseo que tenía de compartir aquello que guardaba en su imaginación. “Todo resultó ser pura fantasía, un agradable disparate. Pero lo cierto es que así nació en mí aquella ilusión”, confesó en vida y sin tapujos la autora de novela negra. 

Y si lo absurdo es definido como aquello que carece de sentido, como un conflicto, una discrepancia o una colisión entre dos cosas, reflexionen si falsear lo que creció de la imaginación de una autora que se ha adentrado dentro de las fantasías de tantas personas lo es o no. Aunque no hay que olvidar que el absurdo es paradójico porque no puede ser captado por la razón. 

“El imposible no podría haber ocurrido, por lo tanto, lo imposible debe ser posible a pesar de las apariencias”. Agatha Christie.

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