Esa emoción

La primavera, para los frikis de los libros, es esa época maravillosa en la que nos recorremos las ferias en busca de nuevas lecturas y tesoros

Imagen de archivo de la Feria del Libro celebrada en los Claustros de Santo Domingo de Jerez.
Imagen de archivo de la Feria del Libro celebrada en los Claustros de Santo Domingo de Jerez. MANU GARCÍA

Todas las personas tenemos una pasión que nos alimenta el espíritu, y si ustedes que me leen son como yo apasionados de la lectura, entenderán las emociones que estoy a punto de compartirles. En primavera no solo el sol nos calienta de forma especial, no solo las flores se visten con sus mejores galas, no solo es la estación más propensa para el renacer de la vida, para los frikis de los libros, es esa época maravillosa en la que nos recorremos las ferias en busca de nuevas lecturas y tesoros. En los últimos años, he tenido la suerte de participar también desde el otro lado y como autora, sentir cómo el corazón se te pone calentito al percibir el cariño de los lectores, es algo que jamás podré olvidar y que quisiera experimentar una y otra vez. Pero no por ello dejo de participar en estos eventos también desde el otro lado, ya que, para mí, esa magia que se respira mezclándote entre la gente y en mi caso como una "friki lectora” en busca de ejemplares nuevos para mi biblioteca, me llevan a vivir esos momentos de intimidad con nosotros mismos y a los que solo damos valor cuando suceden. 

Visualizar a lo lejos un estand o caseta vacía de lectores, mirar a un lado u otro como si así pudieras evitar que el resto de visitantes se percate de que anhelas un escaparate de libros solo para ti. Apresuras poco a poco el paso en dirección al objetivo y con la mirada fija en ninguna parte. Por fin te encuentras en primera línea y respiras profundamente el olor a papel, a tinta que penetra por tus fosas nasales, dando orden al resto de los sentidos como la vista y el tacto para que se pongan a la labor de escrutar concienzudamente aquel libro cuya portada te ha llamado la atención. Buscas la sinopsis en la contraportada y mientras la lees comienzas a poner en marcha tu imaginación, visualizas en tu mente a algún que otro personaje cuyo nombre acabas de leer, desarrollas incluso una posible trama que crees que podrás encontrar entre las páginas que conforman el libro, cuando esto ocurre sabes que esa es la señal, que ya no es posible que te separes de él , ni siquiera te preocupa quien es el autor de dicha obra es más es otro de los placeres que te guardas para disfrutar en el sillón de casa, cotillear sobre la vida del escritor y también el resto de su obra. 

Y mientras pagas al librero comienza el proceso de regresión al mundo real fuera de las páginas que alimentan tu imaginación, donde nos cuesta tanto encontrar a los personajes que hace un minuto hallaste entre puntos y comas, donde al contrario que en la contraportada del libro que ya guardas en tu bolso, se te hace imposible recordar el nombre de aquel individuo con el que entablas una conversación cordial todos los días mientras tomas el café en el trabajo. La realidad que se nos impone y que no nos apetece contemplar en primera fila ni imaginar que pueda ser distinta. 

Solemos acudir a estos eventos el día de la semana que sabemos que podemos encontrar a nuestro autor u autora favorito. Así pues, suelo dejar para el final hacer cola para conseguir el ejemplar de su última obra firmado. Una vez dentro de la cola observas que todo el que espera lo hace en silencio, tal vez iniciando otro ritual que se da por sobreentendido o quien sabe si para poder oír los comentarios del que está ya junto al autor y por puro cotilleo. En mi caso imagino como sería tener esa cola de lectores a la espera de que le estampes tu firma y te saques una foto para colgar en redes sociales. A mí que me considero una simple aficionada a esto de las letras, aunque haya publicado humildemente alguna obra, me sigue latiendo el corazón cuando se acerca el momento de que ese escritor que admiro me haga una dedicatoria en el ejemplar de su obra que lucirá en mi estantería.

Como pasa en la gran mayoría de situaciones que experimentamos, cada uno manifiesta sus emociones y vive determinados momentos de forma distinta. Me encantaría a pesar de que soy una disfrutona de cualquier historia bien narrada, volver a encontrar en mi rostro esa expresión y esa mirada tan especial que se le pone a un niño mientras escucha un cuento y su imaginación se dispara dentro de su mente. Si buscan en San Google la respuesta a la pregunta ¿Cómo emocionarse? Esta dirá: “Limita las distracciones y completa la tarea que te ha estado molestando, trata tu experiencia de asombro como un ejercicio contemplativo, dirige tu atención hacia fuera y abre tu mente a la inspiración”. Enrevesada definición para algo tan sencillo y espontáneo como puede ser el emocionarse. Acabamos de estrenar nuevo mes y mientras termino de escribir para ustedes, un banco de nubes grises ha tapado el sol y una ruidosa tormenta ha silenciado a los pájaros del jardín. El olor a tierra mojada ha trepado por la ventana como si fuera una enredadera y ha alcanzado a mi olfato mientras tecleo un final que sin proveerlo se ha tornado también en la emoción de la primera tormenta de verano. 

“Las emociones se viven, se sienten, se reconocen, pero sólo una parte de ellas se puede expresar en palabras o conceptos”. Laura Esquivel. 

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