Cuando duermes y sueñas con libros.   FOTO: Karolina Grabowska
Cuando duermes y sueñas con libros. FOTO: Karolina Grabowska

Retiro los dedos del teclado cuando compruebo que, ya cansados, se alían con mi cabeza que comienza a sentirse saturada. Me impulso con los pies hacia atrás para apartarme del escritorio, estiro mi cuerpo en la silla procurando que mi cuello repose sobre la piel acolchada del reposacabezas de la silla. Cierro los ojos. 

Intento sumergirme en la tranquilidad que desprende la cortina negra que despliegan mis párpados al cerrarse. Casi lo consigo cuando un ruido seco me sobresalta, a pesar de ello solo abro uno de mis ojos para buscar que es lo que hizo que vuelva a retornar a un estado de inquietud. Observo con extrañeza que uno de los libros de los estantes se encuentra ahora en el suelo. Cierro de nuevo el ojo. 

Inmersa de nuevo en un agujero oscuro de tranquilidad, mi cerebro parece pensar a sus anchas y ahora se pregunta qué pasará dentro de un libro cuando cae desde lo alto al suelo. Está claro que algo dentro de mi cabeza me está sobrepasando, empiezo a imaginar que pasará dentro de un libro cuando cae desde lo alto de un estante ¿Se habrán movido las letras? ¿Y si están esparcidas por la alfombra? O peor aún, ¿Se habrá roto la piedra filosofal? Estoy sumida en un estado de bienestar que jamás he experimentado y no me apetece levantarme para resolver estas cuestiones. Que se las apañen Harry Potter y compañía, ni siquiera entiendo cómo no han frenado la caída con sus escobas mágicas ¿Qué harán todos los personajes de las historias mientras no son leídos? Ya debí perder la cabeza del todo al creer que son reales, pero eso no hace que deje de pensar en ello, me divierte y creo que por eso continúo con los ojos cerrados y discurriendo en esa locura; tal vez se visiten unos a otros, “El principito” está colocado justo al lado de “Alicia en el país de las maravillas” ¿Qué hora será? Tal vez en estos momentos estén tomando juntos el té. Quizás realicen alguna excursión al Jardín de las delicias del Bosco, que está solo a dos libros de distancia. 

Acabo de abrir de nuevo un ojo para mirar “de reojo” al libro de “La piedra filosofar” que sigue tirado en el suelo. Concluyo que es ilusionarme demasiado el esperar que se eleve solo del suelo y se coloque por arte de magia en su sitio ¿Celebrará Harry Potter la Navidad con Dickens? Seguro que ha curioseado por alguno de sus “Cuentos de Navidad”. Sigo divagando me han entrado unas ganas tremendas de tomar el té. Abro los ojos, me levanto y me sitio al lado del libro “mágico”. Ahora estoy un poco asustada, si el libro se mueve del suelo me desmayaré aquí mismo. Me agacho muy despacio para cogerlo y colocarlo de nuevo en su sitio. Al lado de “La Odisea” todo es posible, y también que un libro se caiga de repente al suelo ¿Qué pensará un libro si lo cambio de sitio? Tal vez “La odisea” sea un vecino de estantería con el que se hace difícil la convivencia. Por dejar clara mi opinión, diré que me parece una obra maravillosa y con ello le doy el beneplácito de que derribe a todos los libros que quiera. 

 Hasta aquí el relato de este breve sueño del que desperté mientras dormía la siesta. Buena hora para “Una merienda de locos”, igual tengo suerte y me topo con algún demente sin sombrero que sepa el camino al “País de las maravillas”. Alicia parecía disgustada de despertar de aquel sueño, confieso que a mí me pasó un poco lo mismo. Por cierto, creo que me acercaré a la librería a por un nuevo habitante para la estantería. Igual acaba saltando al suelo, quien sabe…

“Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida sea interesante” (El Alquimista).

 

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