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 El caso de Álvaro es solo un ejemplo estarán de acuerdo conmigo en que la noticia de que aparezca un cadáver se haga viral es lamentable y preocupante

Efectivos de Policía y UME en las inmediaciones de donde apareció el cuerpo del joven Álvaro Prieto.
Efectivos de Policía y UME en las inmediaciones de donde apareció el cuerpo del joven Álvaro Prieto. MAURI BUHIGAS

 ¿Dónde hemos dejado los límites? Esta es la pregunta que me he realizado estos días atrás leyendo y escuchando acerca de la desaparición y posteriormente de la aparición del cuerpo sin vida del joven Álvaro Prieto. Hay quien opina descaradamente y sin dos dedos de frente para pensar a mi parecer, que si la familia a recurrido a los medios para encontrar a su hijo ahora deben aceptar que se hable. Rotundamente No, cualquier familia si tuviera la opción y ante la desesperación utilizaría todos los medios y herramientas para encontrar a su hijo desaparecido ante la esperanza de encontrarlo con vida. Por el motivo, causas o circunstancias que sean y que solo han de interesar a la familia del fallecido la aparición de Álvaro no a tenido un final feliz y aunque alrededor de la muerte la vida sigue nadie piensa en que en el momento que una madre pierde a un hijo (da igual la causa) tiene derecho a que para ella se pare el mundo y que la respeten sin tener que sufrir las suposiciones y chismorreos de un país que una vez más demuestra con su actitud que carece de respeto y de límites. 

     El caso de Álvaro es solo un ejemplo estarán de acuerdo conmigo en que la noticia de que aparezca un cadáver se haga viral es lamentable y preocupante. ¿Por qué mejor no respetamos a una familia que sufre y utilizamos las redes y medios de comunicación para denunciar tantas carencias a las que somos sometidos a diario? Pero en nuestra sociedad preferimos ocuparnos en chismorrear de las desgracias de otros y así olvidarnos de las nuestras y de las injusticias y vejaciones a las que somos sometidos. Da igual lo que me pase, si se habla de lo que le pasa al otro ya no tengo que esforzarme por cambiar las cosas ya vendrá otro a hacerlo o no.

     Con esta actitud nada puede funcionar, pero lo peor de todo es que nos sigue dando igual.  A la gente le gusta lo polémico y pienso que cuanto menor nivel de cultura tiene una persona más se incrementa en ella el gusto por el cotilleo y el chisme. Se convierte en una herramienta para socializar e intentar sorprender al que tenemos al lado y que a su vez nos gustaría ser como él. Nuestro país está en entre los que más éxito tienen los temas del corazón y el cotilleo. No hay límites si hay un tema viral del que todos hablan y no importa como puedan sentirse las personas, da igual si valores como el respeto hay que buscarlos en la basura si lo que digo o hago se hace viral y si gano mucho dinero con ello mejor que mejor. 

     Sé de sobra que es en vano que esta semana les hable de lo que les acabe de exponer pues en este país si uno hay chismes para “distraer al populacho” se inventan. Es la forma más fácil de manejar al rebaño y para poder gobernar a la anchas de uno cuantos. Les diré algo siempre tienen la opción de desconectarse de las redes sociales, de la caja tonta (la televisión) y de desactivar la wifi del teléfono móvil o de casa. Existe la opción de vivir eligiendo tus propios límites y elegir bien. La imposición no debe ser una opción. 

“Lo que permitas es lo que continuará” Andrea De la mora.

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