Varias mujeres ejerciendo la prostitución en una imagen de archivo. Rescatan a siete jóvenes en Fuengirola obligadas a drogarse para prostituirse
Varias mujeres ejerciendo la prostitución en una imagen de archivo. Rescatan a siete jóvenes en Fuengirola obligadas a drogarse para prostituirse

Me encontraba conduciendo y me aproximaba a un semáforo que se acababa de poner en rojo. Lentamente empecé a frenar pues delante mía, había un coche que esperaba a la luz verde. Antes de que pudiera llegar a detenerme, vi como del vehículo salía una chica que vestía un traje negro bastante ceñido y sexi. Calzaba unos taconazos y debió tropezar al salir porque se demoró un poco en apartarse y cerrar la puerta. Mi asombro llegó cuando el conductor sin ningún miramiento y sin esperar a nada, puso el coche en marcha y saltándose incluso la luz roja del semáforo casi golpea a la chica. No obstante creyendo que el coche la había derrumbado hasta el suelo, paré el motor de mi coche y me acerqué a preguntarle como se encontraba. Me confirmó que estaba bien y que se había doblado un tobillo al bajar, al arrancar el vehículo perdió el equilibrio y cayó al suelo. Dudé y dudo mucho que fuera tal como me contó, pero todo pasó tan deprisa que no pude ver claramente lo que realmente había sucedido. Le ofrecí llamar a la policía o a una ambulancia para que le miraran el pie, pero me dijo que no era necesario y casi me imploró que no avisara a nadie. En ese momento me di cuenta de la situación real de aquella mujer y ofreciéndome por última vez a llevarla donde ella quisiera, la dejé allí ante su nueva negativa y me monté en el coche. Por el espejo retrovisor veía que se dirigía descalza y cojeando a hacía una parada de tren bastante cercana.

Todos vemos con claridad que la prostitución es una forma de violencia de género cuando existe coacción, fuerza o explotación por parte de un tercero, y lo vemos mucho más grave cuando hablamos de trata de seres humanos con fines de explotación sexual (El 90% son mujeres y niñas). El debate da comienzo cuando hay que plantearse qué ocurre con ese sector de la población que afirma ejercer la prostitución de forma voluntaria. Se trata sin duda de una de las controversias jurídico y sociales más complejas.

España es el tercer mayor consumidor mundial de prostitución tras Puerto Rico y Thailandia. Es una actividad no regulada dentro de las normas estatales y no existe una ley específica ni concreta lo que la convierte en alegal. En el código penal solo se contemplan penas de dos a cinco años “al que empleando la violencia, intimidación o engaño o abusando de la necesidad o vulnerabilidad de la víctima coaccione a la prostitución” o en los casos en que “Una persona se lucre de la otra aún con el consentimiento de la misma”. Numerosos ayuntamientos se han visto obligados a regular esta práctica con un aumento imparable en los últimos años (Uno de cada cinco españoles ejercen la prostitución), y cuya clientela es cada vez más joven. Ciudades como Barcelona persiguen de forma destacada su ejercicio en calles o lugares cercanos a colegios. Aunque exista esta regulación no hay ley.

La prostitución fue legal en España hasta 1956 año en el que se prohibió definitivamente. En el año 1978 fue aprobada la constitución y considerando el tiempo transcurrido desde entonces, son cerca de 45 años en los que ningún gobierno ni partido ha promovido una iniciativa o propuesta de ley para regularizarla ¿Qué misterio habrá? “ Es la pregunta del millón” y que recuerda a el título de uno de los singles del grupo español Fangoria y que dice así:

“Es el misterio del dragón, algo absurdo y sin guion que no resuelve ni Yaki Shan y la respuesta no me va a gustar…”

Las principales razones a favor de la regularización son las de luchar contra la trata ilegal de personas, la explotación de las mismas y contra las enfermedades de transmisión sexual (ETS). Esto debería bastar para que se llevara a cabo una iniciativa legislativa, pero los gobernantes y parlamentarios parecen no verlo necesario ni razonable. Esta actitud por parte del estado de no querer legislar ni ejecutar medidas sobre el ejercicio y la práctica de la sexualidad , además de incoherente por la gran cantidad de regulaciones que ya existen es de pérfidos e irresponsables.

Solo les queda, encima, lamentarse de la situación de la explotación y trata de mujeres, la mayoría provenientes de terceros países y que son engañadas y maltratadas. Esta es una de las lastimosas realidades que se nos muestra en la política de nuestro país en pleno siglo XXI.

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