Será porque ya resuena en el horizonte las elecciones municipales de 2015. O será porque el domingo pasado los jerezanos y jerezanas arrojaron un cubo de agua fría al PP en las elecciones europeas. Nada que ver la extrapolación de datos con lo que marcan el medio millar largo de entrevistas hechas para sondeos afines. Sea por lo que sea, María José García-Pelayo ha dejado la Alcaldía.
No, no, no es que haya dimitido, no sean mal pensados. Ha salido del que llaman el búnker y ha vuelto a echarse a la calle con el traje de candidata (si la Gürtel no lo impide). O lo que en política se conoce como el 'puerta a puerta'. Ir simple y llanamente a la caza del voto-votante. La semana ha sido frenética para la alcaldesa en ese sentido, ya que al fin tres años después vuelve a patearse los barrios a conciencia y no (solo) para la foto.
De repente, es como si la sordera temporal hubiese desaparecido y ya vuelve a oírse más nítidamente lo que diga el vecino por esa boquita. No sabemos si en las visitas estos le cuentan a la alcaldesa que en estos tres años el paro no baja de los 35-36.000 desempleados o que el recibo del agua se ha encarecido en un 40% por la privatización. No se sabe si le reprochan que se hayan echado a 260 trabajadores municipales a la calle. O que la deuda municipal haya crecido un 443% desde 2011.
Probablemente le cuenten demandas tan básicas como la necesidad de un rebaje de acerado o del repintado de un paso de peatones. La ciudadanía parece haberse acostumbrado a que lo ordinario parezca extraordinario en la voz de algunos políticos. A este paso, que haya 60.000 jerezanos en riesgo de exclusión social se va a haber como algo de lo más normal. Moraleja: Hay que bajar más a la realidad.
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