Visité El Cairo en la primavera del 2019, todavía no hace ni un año. La ciudad transpiraba la febril actividad de la pobreza extrema y el caos organizado de toda gran metrópoli africana. Ni rastro de contestación política o de movilización social. Como ejemplo, el apagón informativo sobre la revuelta popular en Sudán un país fronterizo con Egipto. Me comentan, personas que habían vivido en El Cairo de los años sesenta, el enorme retroceso de los derechos de las mujeres, visualizado en la cantidad de burkas que se veían por las calles. Los turistas disfrutábamos de precios baratos y de un Estado policial tan omnipresente como desganado. Policías mal vestidos y medio dormidos, seguramente muy mal pagados, nos acompañaban a cada paso. Por lo demás, el fascinante Egipto que esperaba encontrar.
¿Dónde estaban las gentes de la plaza Tahir? ¿Dónde estaban los y las que protagonizaron la primavera árabe? Un egiptólogo indígena, joven pero admirador de Nasser, me lo aclaro pronto: estaban en el exilio, en la cárcel o muertos. El objetivo de la represión de la actual dictadura militar egipcia no ha sido tanto Los Hermanos Musulmanes, cuyo programa islamista comparten con los militares, sino los líderes de la primavera árabe. No hay que olvidar que los Hermanos Musulmanes fueron reflotados y potenciados por Israel y la OTAN para debilitar al panarabismo socialista de Nasser. Islamistas y militares coinciden en un mismo enemigo: la democracia y las mujeres.
Estos sanguinarios militares egipcios son imposibles sin el apoyo político, militar y económico del Israel, de Estado Unidos o de la misma Unión europea. Con nuestros impuestos se está financiando la masacre de un pueblo. El argumento repetitivo, monótono: evitar que lleguen los islamistas al poder. Montamos nuevos monstruos (dictadura militar, invasiones) para eludir a los mismos monstruos que antes hemos alimentado (talibanes, Hermanos Musulmanes). Algo así como si para evitar la jaqueca nos amputaran la cabeza.
Europa, Granada, Bolonia, tiene una preocupante noticia, el investigador y activista Patrick George Zaki ha sido detenido, torturado y encarcelado en El Cairo a la vuelta de una estancia de investigación en Europa para ver a su familia. Es investigador y activista por los derechos humanos, y especialmente de las mujeres, en la Universidad de Bolonia. Toda una metáfora sobre el futuro de Europa. Debemos exigir que la UE se involucre en su inmediata liberación. Bruselas, el señor Borrell, tan preocupados por las libertades allá donde sobran, deberían hacer algo ya donde faltan. O Europa es una estrella de libertades y derechos o no será.
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