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Siempre que llego a este punto del año pienso lo mismo: he sobrevivido a la Navidad, la Semana Santa, las motos y la Feria. 

Siempre que llego a este punto del año pienso lo mismo: he sobrevivido a la Navidad, la Semana Santa, las motos y la Feria. Como si fuera una obligación dar la talla en estas fiestas, que se suceden como fuegos artificiales una tras otra hasta pegar la traca final, que para muchos -no es mi caso- será la peregrinación a la aldea. En esta ocasión, ya de por sí ha sido complicado planificarse en el caso de la fiesta que acaba de concluir -no para los niños, que hoy están disfrutando de otros cacharritos distintos que sus progenitores-, que para mí y creo que para muchos ha sido como vivir el evento al revés: primero el fin de semana de puente, con comienzo oficial en sábado, que ha sido una explosión en toda regla; luego todo se ha torcido climatológicamente hablando y claro, en Jerez parece que cuando llueve cae ácido del cielo y muchos prefieren quedarse en casa.

No les cuento nada nuevo que no hayan vivido en sus propias carnes sobre el Real, pero como es lógico en este domingo de resaca uno anda escaso de ideas y además, por qué no decirlo, quería anteponer mi balance oficioso al mareo de cifras al que le someterán los políticos estos días. Una cosa está clara, ya lo verán: hemos batido récord de visitas pese a la climatología adversa; ha sido un éxito que ha superado todas las previsiones adelantar la fiesta un día -en eso estoy de acuerdo, pelea de sillas en La Viga aparte-; los coches de caballos, jinetes y amazonas han sido los más bonitos que jamás han pisado el Hontoria; y hasta la tortilla de patatas tenía más huevos que en ninguna anterior edición (esperemos que no se dé ningún caso Grimaldi como en los Carnavales de Cádiz).

Todo vale para rellenar el vacío que ahora se aproxima, donde periodistas y políticos lo tendrían crudo para distraer a la plebe -con perdón- si no fuera por este pan y circo. Aunque en esta ocasión, para desgracia de los sufridos votantes, nos espera la cita del 26J y el calvario posterior con pactos y traiciones que amenaza con alargarse todo el verano. Y cuando queramos abrir los ojos de nuevo, nos encontraremos con nuestros gobernantes hablando de la Feria de septiembre o de las Fiestas de la Vendimia.

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