Parece que tanto el Ayuntamiento de Jerez como la Unión de Hermandades cuestionan el acuerdo para el montaje de los palcos de la Semana Santa que ambas partes firmaron en 2012, bien es cierto que por entonces con el PP de María José García-Pelayo al frente del gobierno municipal. Cuando un acuerdo no satisface del todo a nadie se suele decir que es un acuerdo equitativo, en el que las dos partes han negociado y han cedido parcialmente en la defensa de sus intereses, pero cuando un acuerdo no satisface absolutamente a nadie, tal y como se desprende de la información que leo en lavozdelsur.es, parece mucho más difícil de comprender que llegara a firmarse en su día.
Cabe recordar que la Unión de Hermandades se hizo cargo hace tres años largos del montaje de los palcos a cambio de unos 105.000 en obras sociales y conservación de patrimonio, aunque con toda seguridad no guste entre las cofradías la expresión ‘a cambio de’. Pero claro, el montaje de los palcos es mucho trabajo, tiempo, papeleo y responsabilidad última… Así que parece que las cofradías, años después, se decantan por devolver este tema al Ayuntamiento, que a su vez ya ha dicho que lo quiere, se entiende que para ahorrarse buena parte de esos 100.000 euros largos de ‘compensación’ utilizando sus propios medios. Bien, parece sensato. No soy creyente y la atención que le presto a la Semana Santa podría calificarse de “parcial”, pero como habitante del centro vengo observando distintas cuestiones sobre las que vale la pena intercambiar opiniones aprovechando este tema.
La solemnidad de la que ha querido revestirse la Semana Santa jerezana en los últimos años durante la Carrera Oficial ha terminado por hacer que los desfiles procesionales sean exclusivamente para la gente que está dentro, con colas enormes para cruzar de una parte del recorrido a otro y auténticos ‘muros’ (como el del Arroyo) a causa de la altura de unos palcos, auténticas tribunas, colocadas totalmente de espaldas a la ciudad, de tal forma que la hostelería de la zona –vale, los pasos no salen para llenar los bares… pero muchas veces son los propios cofrades los que lo dicen e incluso colaboran a llenarlos- apenas se beneficia del hecho de que durante horas haya miles de personas en la calle. Son pequeños detalles que, ya digo, podrían abordar las dos partes, Ayuntamiento y hermandades, aprovechando lo que podríamos denominar la ‘remunicipalización’ del montaje.