Los dos son soberbios. Una de estas soberbias parece natural; la otra, sobrevenida.
-Los dos son soberbios. Una de estas soberbias parece natural; la otra, sobrevenida.
-A los dos les encantaba el poder. Si Luis XIV dijo “el Estado soy yo”, ambos pensaron en algún momento de su vida “el Ayuntamiento de Jerez soy yo”.
-Una de estas dos personas creyó al principio en lo que hacía por la ciudad, luego se le pasó; la otra… no sé.
-Seguro que los dos piensan que la ciudadanía fue desagradecida tras sufrir sendos revolcones electorales.
-De joven una de estas personas confiaba más en su equipo, pero luego dejó de hacerlo; la otra desde el principio fue de camarilla.
-Una pudo en su día hacer carrera en la Junta pero no quiso y luego se le pasó el arroz; a la otra siempre le interesó, pero no le dio tiempo.
-Una cometía errores; la otra, torpezas.
-Una de estas personas odiaba abiertamente a la otra; la otra sentía por la ‘una’ cierto odio, desde luego, pero mezclado a partes iguales con desdén, ironía y desprecio.
-Una es aficionada del Barcelona; la otra siempre dijo ser simpatizante del Atlético por tradición familiar.
-Una de estas dos personas tiene una amplia biblioteca; la otra, no.
-En política una tuvo padrinos; la otra fue el padrino (de hecho parte de la prensa local le llamaba el Don).
-Una siempre ha estado pendiente de las últimas corrientes en pensamiento político y tendencias urbanas (otra cosa es que las aplicara); la otra, no.
-A los dos les gustaba la ropa cara. La conclusión es sabida: el dinero no da la elegancia.
-Las dos imponían respeto. No obstante, una era divertida en el trato corto; la otra… tal vez en el cortísimo.
-Estas dos personas son de origen modesto…
-… Pero las dos tuvieron en su día casa en Jerez y en la playa.
-A una le encantaba comer y beber bien; a la otra le daba más igual, mucho más igual.
-Desde luego, está claro que ninguno de los dos pensó en que podía acabar en prisión por sus decisiones.
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