La otra orilla

Buscando caracolas y conchas estábamos, cuando vimos pasar una pareja que nos saludó con un hola

Atardecer en Cádiz, imagen para 'La otra orilla'.
Atardecer en Cádiz, imagen para 'La otra orilla'. MANU GARCÍA

Vivir en Jerez te da la suerte de acercarte al mar cada vez que uno sienta la necesidad de observar su infinito horizonte. De perderte en sus azules o turquesas. En sus atardeceres reflejados en la orilla de espumas blancas.

Y así fue como me desperté el primer día de este nuevo año. Mirando al mar.

 Su libertad, el aire que lo zarandea lo acerca, lo aleja y te envuelve como en una caricia, aunque sientas el frío de enero.

Buscando caracolas y conchas estábamos, cuando vimos pasar una pareja que nos saludó con un hola. Respondimos alegremente como ellos y nos quedamos mirando cómo se despojaban de sus ropas, hacían un ovillo con ellas y las dejaban en las dunas para dirigirse con decisión al agua.

Qué valor, comentamos entre nosotros, con el frío que hace además el agua debe estar helada. 

Fue nuestra diversión por un rato sus maniobras en el mar, como lo eran los numerosos surfistas que o bien se lanzaban a jugar con las olas o veían por dónde entrar hacia ellas.

El sol se iba escondiendo entre las nubes, pero aún le quedaban reflejos dorados que depositar en la arena húmeda. La temperatura iba bajando pero era tan hermosa la estampa que dibujaba la tarde que permanecíamos sentados en la arena mirando ajustándonos las bufandas. Y en estas que vemos salir de las aguas cual aparición a la bella mujer. Cuando se acercó hasta nosotros la aplaudimos de forma espontánea y ella se echó a reír complacida del gesto. 

Lo mismo hicimos cuando vimos a los lejos a su fornido acompañante acercarse aplaudimos vuestro valor, ya hay ganas, le gritamos. Tanto les gustó el gesto que entre risas se acercaron a nosotros cómo desperdiciar estos momentos, este mar.  Descubrimos que su español llevaba acento portugués. Somos de Brasil, de Sao Paulo y no podíamos perder la ocasión de bañarnos al otro lado del Atlántico. Es verdad, le dijimos, estáis en la otra orilla.  Además, este mar es distinto, nos confesaron, estamos enamorados de esta luz, El Palmar, Los Caños…mañana vamos a Cádiz y luego Sevilla. ¿Y no pasáis por Jerez?  ¿Jerez? Sí, y sus bodegas, sus vinos... ¿Qué vinos? Los vinos Generosos del Marco de Jerez, el Fino, Amontillado, Oloroso y el Palo Cortado. Y le dimos los nombres de varias bodegas y lugares a visitar y dónde comer.

Contarles las excelencias de la ciudad, y cayeron enamorados de Jerez, con lo que, los brasileños en un perfecto español, optaron por quedarse unos días a vuelta de Cádiz, antes de partir para Sevilla.

Y así, adeus, muito obrigado por poder disfrutar de la otra orilla de nuestro mundo. Y se marcharon envueltos en toallas, mojados y dándoles el viento sin tiritar de frío, unos valientes vamos. Porque nosotros no nos desprendimos de nuestras cazadoras, aunque nos gustaba ese olor a mar de invierno en el rostro y en los cabellos revoloteando como gaviotas en la orilla. Adiós, adiós  feliz estancia y buen año

Y ya el sol se recostaba sobre el horizonte rojo y naranja de la playa.

Una música de reggae y un Bod Marley sonaba entre aplausos del primer atardecer del año junto al mar.

Feliz 2023 a todos y todas. 

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