Los cerros

El viento arrecia desde los cerros y el polvo lo hace visible en cada una de sus moléculas. Las del cerebro palpitan en dirección a una sombra de dolor de cabeza cuya causa debe de estar en la altura

Los cerros. En Tilcara, PabloMtnezCalleja, 2023.
Los cerros. En Tilcara, PabloMtnezCalleja, 2023.

El viento arrecia desde los cerros y el polvo lo hace visible en cada una de sus moléculas. Las del cerebro palpitan en dirección a una sombra de dolor de cabeza cuya causa debe de estar en la altura. Las pastillas de ajo lo aplacan, pero a veces es necesario un analgésico también.

Por todas partes vagan los perros como si fueran vacas sagradas de la India, lugar donde nunca estuve. A veces sí son agresivos, pero rara vez según mi experiencia. Vagan, reciben algún piquito de comida, se aprietan contra tu pierna, se tumban. En una calle cercana le han construido una casita, bajo una farola, a un perro que calculo ya viejo. ¡Cuánto amor!, me digo.

Un músico me abordó ayer para insistir en que ya es irremediable, el XXI enterró definitivamente a un siglo XX que era todo incertidumbre, ignorancia, siglo de ignorantes. Se acabó el saber y llegó la burla indiferente contra todøs quienes crean que saben algo, seguía. ¿Dónde escuché yo esto antes y el tipo que lo decía no estaba ebrio? Carnaval. Una dependienta me pregunta, al comprender que soy forastero, si por casualidad conoceré a un turista de Singapur, morocho. Me dice que querría ubicarlo porque pasó algo y quería pedirle disculpas por eso que pasó. Me conmueve su valentía. Le ofrezco que si lo encuentro haré que vaya a verla y afirmo que sus disculpas ya están de camino.

El Carnaval, moribundo, sigue saltando por las calles de Tilcara y de toda la Quebrada. Hoy llueve y truena. Sigue. Le queda vida hasta el próximo domingo, Carnaval de remache. Para luego ya está pensada la peregrinación a la Virgen de Copacabana de Punta Corral. Tilcara es un pueblo en el que viven no pocas personas que salieron de Buenos Aires en busca de otra vida, una distinta, a la que la mega ciudad ofrece; no solo Tilcara, toda la Quebrada: artesanos, laburantes digitales, emprendedores. La Quebrada ofrece una impresionante escena musical también. La Quebrada vive su propia vida, las consecuencias de la mimería y un turismo creciente. Una sociedad originaria busca su visibilidad y el respeto que merece. La UNESCO.

Afirmar la propia identidad en la exclusión o en la negación  de les otres ha producido lo peor de lo humano. Usar el origen del otro como un insulto es signo de una violencia injustificable. Guerras incontables, guerras actuales, penosos desencuentros personales. La identidad basada en el contraste contra el otro es demasiado actual, al tiempo que demasiado apolillada y destructora.

(En este momento se fue la luz, alta tormenta, trataré de que la columna pueda llegar a tiempo.)

Io non mi siento italiano, es la gran metáfora que muchas personas ignoran por el imperativo apresurado de catalogar al resto. Un año de guerra, ya; muchos más años de otras guerras también. Giorgio Gaber supo decir cuál es la emoción ante unas patrias insuficientes o excesivas. Es de ahí desde donde creció mi deseo de una matria, de esa emoción como la de Gaber. Este viaje no lo está siendo tanto por las geografías o por las orografías; mucho más lo está siendo por las corazonogragfías. Está bien el paisaje, es re lindo; el paisanaje es hermoso e insustituible.

La Quebrada huele a tierra mojada, el polvo se ha quedado quieto, no sopla el viento, el Carnaval sigue brincando moribundo y su música lo llena todo. Alguien en el patio encendió un fuego; alguien en la cocina prendió la tele: hace casi dos meses que no volvía a percibir su existencia. La luz regresó, por suerte. Mi dolor de cabeza ha cedido por el analgésico. Saldré a bichear por las calles y a cenar algo.

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