Almudena Plaza - @gaia277
Y digo yo... ¡Sí Señor! Ole, Ole y Ole a esos guerreros de la tierra… Hace una semana tuve la suerte y el privilegio de vivir una de las experiencia más inspiradoras y más reveladoras de mis últimos tiempos, asistiendo a un seminario de Vitivinicultura Ecológica organizado por el IFAPA de Jerez que es el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera gestionado por la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía.
Asistí por varios motivos, pero sobre todo por mi pasión por el vino y por el interés que tengo en sus procesos de producción y, también, por la sensibilidad que siento ante los temas medioambientales. Y la verdad, cómo digo, no solamente viví una experiencia realmente enriquecedora, y no me limito sólo a valorar muy positivamente la iniciativa de IFAPA, sino que lo que más me llegó fue la participación activa, comprometida, apasionada y luchadora, y por las aportaciones que dieron los agricultores y los bodegueros que ya están produciendo bajo estas condiciones de respeto y “cariño” (así dijo uno de los agricultores asistentes) hacia la tierra.
No se imaginen que estas personas eran jóvenes activistas de Greenpeace. No, no lo son, son gente de campo, personas de una cierta edad, incluso jubilados, que lo que desean es “hacer bien las cosas” y dejar las cosas bien hechas. Se han dado cuenta por su experiencia y por sus años, que por aquí no hay salida, que la agricultura que llevamos nos va a llevar al desastre, que hay que recuperar la tradición y lo que se hacía antes. Desean “recrear las imágenes de su memoria”, sentirse niños otra vez, recordar como trabajaban sus abuelos y sus tíos los campos, con ese respeto, con esa sabiduría y en esa cooperación a todos los niveles de la existencia, porque decían que quien quiere a la tierra y la trata como se debe, la tierra te responde siempre. La tierra es resiliente y si se la cuida y se le da el tiempo y el entorno adecuado, vuelve a regenerarse.
Pero lo que ellos exigen es un cambio de conciencia, un cambio social y están seguros de que esta revolución se puede dar empezando por una minoría que crea y apueste firmemente por ello y que trabaje en cooperación los unos con los otros. No quieren más venenos, no quieren más intervenciones químicas, no quieren más productos químicos de síntesis, no quieren más fertilizantes y herbicidas que aniquilan todo lo que se les pasa por delante…
Quieren que se re-aprenda, quieren regenerar el control biológico, quieren cuidar de su suelo porque son conscientes que es uno de los recursos más preciados y frágiles que tenemos. Y, ¿saben cuánto tiempo tardaría un suelo en recuperarse después de haber sido tratado durante años con estos productos destructivos?... 20 años. ¿Y luego dice la canción que 20 años no es nada?... 20 años son una eternidad si se mira desde un cierto punto de vista, porque si no se hace nada ahora, luego no serán 20, serán 40 o incluso ya no habrá remedio, y estos señores conscientes y despiertos, lo tienen muy claro.
Ellos quieren alimentar a su suelo, reequilibrarlo, criar y nutrir a sus microorganismos, recuperar las capacidades innatas de la tierra, regenerar los ecosistemas de las viñas en los que una gran variedad de organismos de distinta especie se alían y cooperan para vivir y hacer que nazcan esos frutos. La agricultura, decían, es mucho más antigua que los productos químicos que aparecieron a partir de la segunda guerra mundial y que de ser elementos de destrucción de personas pasaron a ser elementos de destrucción de la biosfera.
Afirmaron unánimemente que este tipo de cultivo es la alternativa de futuro para el medio rural andaluz, aportaría a las personas y a la humanidad, se diferenciaría, crearía empleo y, de entre ellos, una persona afirmó que sí, que el campo es duro, y añadió, “¿pero no es más duro pasar hambre en un barrio periférico de una ciudad?”.
Al final se sentenció: “la Vida siempre te pone en tu sitio, y cuanto más luches contra la Vida, la Vida más fuerte te golpeará…” Admiro a estos pioneros, a estos valientes, a estas personas luchadoras y comprometidas por el bien de la humanidad y del planeta, y sólo espero que muchos más agricultores y productores, bien sea de vino, o de cualquier otro tipo de cultivo, se unan a la cruzada de estos guerreros porque ellos mismos creen que esto no ha hecho más que empezar y que los buenos vitivinicultores ecológicos están todavía por venir…
Que así sea…