Oda al funcionario

Foto Francisco Romero copia

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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Es cierto que en España duplicamos o incluso quintuplicamos, en proporción a los habitantes, en número de funcionarios a otros países.

Es cierto que en España duplicamos o incluso quintuplicamos, en proporción a los habitantes, en número de funcionarios a otros países. Es cierto que muchos funcionarios están relacionados con tramas de designaciones a dedo y no se merecen la plaza. Es cierto que son famosos los desayunos de dos horas, como también es famoso el cartel de “ventanilla cerrada”. Es cierto que algunos de ellos no van más allá de sus obligaciones aunque ello simplemente suponga dar un click en el ordenador, solucionando así, decenas de trámites burocráticos al contribuyente. Pero también es cierto que pagan justos por pecadores y que la mayoría cumple sus funciones, porque el sistema funciona gracias a ellos, a pesar del lastre de esos pocos que hacen que se ganen la fama de vagos.

Después de miles de horas de estudios y de luchar con injusticias de enchufes, algunos de ellos demasiado descarados, una persona accede a un puesto de funcionario, ya sea en una mesa de administración o en una mesa de operaciones. Esa persona empieza con ilusión y posiblemente con vocación. Poco a poco va perdiendo las ganas al ver como funcionan las cosas. Superando muchas dificultades, continúa luchando día a día contra el establishment y ese esfuerzo se ve reflejado en el servicio al ciudadano.

Diariamente un empleado del Estado debe enfrentarse a muchos problemas, empezando por los recortes. Aunque no os lo creáis, hacen maravillas con los recursos que les han dejado. Sólo hay que pasar un tiempo en un hospital para ver cómo el personal se las apaña con muchísimos menos materiales que hace unos años. También es cierto que siempre ha habido muchos abusos y despilfarro, pero de nuevo vuelvo a deciros que pagan justos por pecadores. Es admirable la labor del personal sanitario que muchas veces se ve obligado a hacer alguna “chapucilla” para administrar bien sus herramientas.

Los funcionarios que te atienden directamente, los que están en una oficina de cara al público, tienen que aguantar a todo tipo de personas. No es rara la vez que alguien llega a una mesa y hace culpable de todos sus problemas al administrativo de turno. Tienen que hacer de psicólogos con muchos que llegan exponiéndoles su situación para percibir determinada ayuda. Normalmente el funcionario hace lo que puede pero parece que nunca es suficiente, empiezan las faltas de respeto e incluso las descalificaciones; ese es uno de los factores por los que el trabajador empieza a perder las ganas. Nunca y enfatizo, nunca, me han tratado mal gestionando algún trámite, simplemente hay que tratar a las personas como lo que son, tratarlas con respeto y educación, de esta manera se obtienen grandes resultados. Siempre puedes encontrarte algún amargado que te ponga las cosas difíciles pero, normalmente, si no pierdes los papeles, obtendrás su ayuda.

La empatía es el sentimiento más útil que existe. Imagina que vas a Hacienda y te atiende un técnico con una cara un poco rancia. Comprende. Comprende que lo más probable es que lleve varios días en los que ha tenido que atender a un señor que le exige explicaciones por haber perdido el derecho a una deducción, se lo exige de manera poco amigable. Habrá hecho de paño de lágrimas de una señora de 70 años que, por algún fallo de forma, la renta le sale a pagar. Un chico con muy mala educación le ha invitado a saltarse un poco las normas porque le falta un papel, y que “seguro que lo puedes mirar en el ordenador”. Comprende. Os garantizo que si llegáis con los mejores modales, con cierta humildad (porque casi al 100% él va a saber más que tú del tema) y con actitud reconfortante, os solucionará cualquier gestión, incluso si tiene que saltarse un poco las normas. Serás su alegría de ese día, su “ojalá todos fueran así”.

Un fallo que cometemos los contribuyentes, es el de creer que debemos exigir porque pagamos el sueldo del funcionario. Que no se os olvide que los funcionarios también pagan su sueldo, su esfuerzo se ve compensado económicamente y también le quitan un porcentaje de la nómina para costear todas las infraestructuras. El funcionario y el ciudadano deben trabajar en conjunto para solucionar los problemas, ellos también son víctimas (aunque ya digo que algunos son parte culpable) de las malas gestiones. Dicen que España es un país muy rico porque con todo lo que han robado, no somos pobres. Bien, yo digo que los funcionarios españoles son los mejores, porque aunque hay sinvergüenzas que se empeñan en destruir el sistema desde dentro, éste sigue funcionando.

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