Paco Leal fue uno de los creadores del Carnaval callejero de Cádiz.
Paco Leal fue uno de los creadores del Carnaval callejero de Cádiz.

Ha muerto Paco Leal. Cadi tiene muchas mitades y Paco era la mitad de Cadi. Supe su muerte en el momento mismo en que salía mi tren con destino a Cadi, así que pude llegar a su funeral. Creo que lo conocí en 2015, mi segundo año en el Carnaval de Cádiz, pero tuve tiempo para darme cuenta de que Paco era un transformador mucho más allá del Carnaval, al que contribuyó con su enorme impulso polifacético. Fue una persona especial y esencial en una ciudad a ratos divertida, desvergonzada y levantisca; a ratos amojamada y apergaminada.

El Paco que yo conocí era un poeta, un columnista, un conversador incansable. Paco había viajado por una gran parte de Europa, había leído muchísimo y era profundamente irreverente, una irreverencia que administraba como podía en la ciudad en la que le tocó nacer y que le ofreció, nada menos, que un Carnaval que lloraba por ser desenvarado, humanizado, para ser testigo y medio de la realidad, y no solo una antigualla teatralizada guardada en la naftalina de las Fiestas Típicas Gaditanas.

Quién hubiera sido Paco de haber nacido en Londres, me he preguntado alguna vez. Pero nació en Cadi e hizo grandezas con lo que tenía a la mano, naturalmente que junto a otros, porque el Carnaval es una actividad creativa colectiva, en principio.

Paco era un hombre polifacético, algo que en la cultura española siempre ha sido negativamente sancionado, de la mano del conocido refrán, hombre de muchos oficios… Paco era un hombre curioso, experimentador, una persona enormemente dotada para todas las actividades creativas y con una inmensa empatía. Un observador cínico, pero no cínico en el sentido peyorativo con el que se entiende hoy el cinismo, sino en su sentido original filosófico, el significado tercero que ofrece el drae: “que expresa desprecio hacia las convenciones sociales y las normas y valores morales”. Un desprecio que vivía en su interior y articulaba a través del Carnaval. Los últimos carnavales adoptó tipos especial y esencialmente mordaces contra esa doble moral que Paco resistía muy mal; estoy recordando su tipo de La niña de primera comunión, tipo con el que actuó, no posó, ante mi cámara.

Paco Leal ha dejado una enorme obra, profunda, inopinada, nada fácil de reconocer en una mundo, incluso el del Carnaval, demasiado ensimismado e indolente en busca de reconocimiento y fama. El Carnaval de Paco, lo que yo he conocido, lo identifico como contracultura en sentido cierto y estricto, incómodo, ácido; hiriente, incluso; ajeno a concesiones de ninguna clase.

Me siento un afortunado por haber conocido a Paco, haber disfrutado de las conversaciones que me ofrecían mis visitas de febrero a Cadi, y de alguna otra cuando llegaba el verano. Aprendí, ahora me doy cuenta, mucho de Cadi con él.

Nadie muere si queda en la memoria y su nombre sigue siendo pronunciado.

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