"El sueño adolescente ha mutado. Concha Velasco soñó con ser artista y salir de su pueblo. Ahora esa aspiración ha mutado de forma perversa, y el objetivo es es ser popular".
"Mamá, quiero ser youtuber". El sueño adolescente ha mutado. Concha Velasco soñó con ser artista y salir de su pueblo. Ahora esa aspiración ha mutado de forma perversa, y el objetivo es es ser popular. La meta es obtener muchos likes, alcanzar miles de reproducciones y publicar un contenido que se viralice hasta el punto de ser usado por periódicos nacionales para hacer clickbait.
Famosos no se sabe por qué razón, con miles de seguidores, anuncios en la tele, y bolos por toda España como reclamo en fiestas de millenials. Sus andanzas protagonizan noticias en los informativos de verano, porque superan su propio récord de suscriptores, o se llevan un guantazo como respuesta a sus absurdas provocaciones.
Carla aun no ha cumplido 6 años y quiere tener su propio canal en YouTube. Quiere mostrar al mundo sus juegos de Pinypon y cómo les cambia la peluca y el vestuario. Un juego inocente como el de antaño que al parecer, ahora requiere de exposición pública. La observo en una especie de ensayo de vídeo, se dirige a un supuesto público infantil, explica los movimientos de los juguetes y los muestra a una cámara imaginada. Actua como si grabaran su historia, para en los fallos, corrige y vuelve a empezar. Y lo hace bien. Y yo tiemblo ante ese deseo infantil e inocente de exhibir sus historias de muñecos. Un juego que, de publicarse, recibiría los probables likes de otros niños y niñas como ella, pero también el odio descontrolado de tantos trolls e indeseables que se mueven por la red.
Y Carla insiste en tener su canal. Y la abuela proclama que la pequeña tiene madera de periodista. Y yo me estremezco. Qué será de ella en el futuro. Qué será del periodismo.
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