La infantilización en la que los jóvenes nos vemos inmersos hoy es un arma de doble filo que ha creado el propio capitalismo.
Todos crecemos pero no todos lo hacemos en los mismos entornos, ni siquiera en los mismos "super-entornos", si se me permite la expresión. Es decir, el nuevo orden global y el modelo económico neoliberal –infraestructura–, han creado el paradigma de una sociedad falsamente desideologizada –superestructura–, en la que predomina un ocio y entretenimiento de masas sobre los que se esconden algunos caballos de Troya muy peligrosos para nuestro futuro más inmediato.
La infantilización en la que los jóvenes nos vemos inmersos hoy es un arma de doble filo que ha creado el propio capitalismo: una burbuja que parece eterna y que impide el contacto con otras generaciones, ambientes y entornos. La desconexión con el medio natural que nos rodea o el contacto humano de forma cotidiana son dos ejemplos perceptibles por la mayoría de unas nuevas generaciones que viven inmersas en la era digital. Con esos condicionantes, las modas perennes y los intereses descontextualizados que tanto gustan al gran capital afloran como si no hubiera mañana. La tendencia y lo viral gana sobre lo meditado. Lo reflexivo es destruido por el frenesí de la vida moderna. Y lo moderno incluso se tiñe de antiguo. ¿Vale todo tras la época del "todo vale"? ¿Hacia dónde caminan las nuevas generaciones?
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