Delantales en el pasado 8M, en una acción reivindicativa en Jerez. FOTO: MANU GARCÍA
Delantales en el pasado 8M, en una acción reivindicativa en Jerez. FOTO: MANU GARCÍA
Hace justo un año visité Benalup-Casas Viejas, una noche en la que se recreaban los sucesos de 1933. Teatralizaban cómo un grupo local de anarquistas trataron de tomar el cuartel de la guardia civil, y la posterior represión que sufrieron, en la que entraron a tiros en el pueblo, incendiando varias casas y fusilando a participantes, vecinos y sospechosos de haber participado, e incendiaron la choza del anarquista Seisdedos, muriendo calcinados la mayoría de sus ocupantes. Pero a mí, una de las partes que mas me impactaron de aquella recreación fue cuando 7 u 8 mujeres, subidas en escalones en una plaza del pueblo, en aquella fría y oscura noche de enero, recitaban las pérdidas que habían sufrido: sus hijos, sus nietos, sus maridos, sus padres. Los habían matado, por sus ideas y actos políticos. Y ellas se quedaban solas. También a veces he escuchado a mi abuela contar cómo se vivió la posguerra. La posguerra, para la gente normal, fue represión y hambre. Mi abuela ha contado en alguna ocasión cómo sus vecinas trataban de comprar en el almacén de su familia con lo poco que tenían, cómo eran las cartillas de racionamiento, cómo se fiaba. A veces ella le advertía a su padre: “este mes, estos no han pagado”. Su padre le respondía “tú has comido, ¿no? Deja que coman ellos también”. Hoy escucho con atención a mis compañeras, las compañeras que me sacan 20 o 30 años de edad, o un poco más. Muchas vivieron épocas oscuras en este país. Ellas, sus madres, sus familias. Ellas tienen una historia que contar; algunas fueron ajenas a todo lo que pasó, otras sufrieron la represión en primera persona, estaban más o menos implicadas en política, y aquello les costó muy caro. Pienso en la suerte que tengo de haberlas encontrado en este camino que es la lucha feminista. Que nos da tantos disgustos y tantísimas alegrías, que nos guía en nuestra vida individual diaria y también en cómo pelear juntas. Desde luego nos une una ideología, pero nada nos hubiera unido, nada nos hubiera puesto juntas en la vida, si no hubiera sido por el feminismo. La mayoría no nos conocíamos de nada, y aquí estamos, preparando la huelga feminista del 8 de marzo. Tener un colectivo feminista amplio, que permita la participación conjunta en una lucha común a mujeres anarquistas y comunistas, pero también a mujeres que no se sienten de ninguna ideología concreta ni tampoco de ningún partido, con otras que sí, hasta otras que simplemente sienten que deben luchar por los derechos de las mujeres, por mejorar la situación que sufrimos. No existe actualmente ningún otro movimiento social que consiga esto. Conocer estas historias da aun mas sentido a la lucha feminista cada día. Y es una cierta forma de justicia para estas mujeres, las que lo han dado todo, en su momento, para que actualmente mujeres como nosotras tengamos las libertades y derechos que tenemos. Se lo debemos. Las sufragistas se manifestaban, prendían fuego, eran encarceladas, hacían huelgas de hambre, eran separadas de sus familias. Nuestras mujeres, en Andalucía, luchaban, militaban, peleaban, pasaban hambre, eran encarceladas y represaliadas por sus ideas y sus actos políticos. Su día a día, su vida cotidiana, su forma de vivir la vida diaria eran actos políticos. Es de justicia reecontrarnos con esta generación de mujeres, reconciliarnos con ellas y comprenderlas, y es todo un privilegio poder compartir la lucha con ellas. Este 8 de marzo de 2019 vamos de nuevo hacia la huelga feminista. Una huelga laboral, de consumo, estudiantil, y lo que es más importante para las mujeres, de cuidados. El reto de esta huelga es llegar a todas esas mujeres a las que no llegamos, pero con las que compartimos algo, con las que compartimos esta opresión de género, también de raza y también de clase. A las mujeres que nos sacan 10, 20, 30 o 40 años a las jóvenes feministas, y que nos dan tres mil vueltas en lo que a saberes de la vida se refiere. Compartiendo lucha con algunas de ellas, desde luego, es posible. Nuestro feminismo, será intergeneracional, o no será. Vamos juntas, de nuevo, hacia la huelga internacional feminista.

Marta Güelfo es psicóloga, orientadora educativa, activista social y feminista.

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