He visto a gente cepillarse dos hamburguesas con patatas y Fanta en el McDonald’s y, con seria expresión de endocrinos mientras alternaban la expulsión de humo por la nariz con los aritos -los de cebolla también-, despotricar contra la carne roja y procesada en general, incluido el jamón ibérico.
He visto a gente cepillarse dos hamburguesas con patatas y Fanta en el McDonald’s y, con seria expresión de endocrinos mientras alternaban la expulsión de humo por la nariz con los aritos -los de cebolla también-, despotricar contra la carne roja y procesada en general, incluido el jamón ibérico. Luego se han montado en el coche y, tan panchos, han acelerado hasta el gimnasio para cambiar los cilindros, los caballos y el motor de explosión por el pedaleo incesante a las órdenes del exigente monitor de spinning.
Yo he visto cosas que jamás creeríais. He visto al ser humano temer el contagio de la gripe de los pájaros y temblar ante la carne de una vaca demente, mientras aspiraba el humo de los cigarrillos propios o ajenos y también el de los tubos de escape sin rechistar. Luego la moda cambió. Ayer el café era malo y hoy es bueno. Mañana seguramente descubrirán algún elemento cancerígeno en la cerveza que, más allá de la barriga a la que da nombre, no parece tener (de momento) un efecto devastador sobre la salud humana siempre y cuando se consuma con moderación.
La verdad es que tiene bemoles que Jerez pase a la historia de la comida rápida por ser el único sitio del mundo -que yo sepa- donde han cerrado un McDonald's en plena calle Larga dada la preferencia de la parroquia por las tapas, para que al final nos acaben diciendo que el jamón serrano y la charcutería también son malas. Señores veganos, no pongan esa cara de satisfacción, que en el futuro vendrá la OMS a joderles la marrana (o lo que sea en su caso). Al tiempo.
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